Capítulo 99:

En la mansión Lloyd, Kellan se echó hacia atrás, con una pizca de diversión en los ojos. «Señorita Clarke, ¿por qué no apaga el teléfono? Colton está actuando como un loco. ¿Quiere que llame a alguien para que se ocupe de él?».

Allison miró su teléfono, cuya pantalla brillaba con las notificaciones. Una leve sonrisa curvó sus labios. «No hace falta. Colton debería empezar a rezar por sí mismo. Ya le he dado a probar su propia medicina. Ni siquiera cambiar de número le salvará, necesitará un teléfono nuevo».

Kellan soltó una risita, intrigado por su confianza. No estaba seguro de lo que había hecho, pero su mirada decidida le hizo apreciarla aún más. La agudeza mental de Allison, unida a su vena despiadada, era algo que le resultaba innegablemente atractivo. A veces, parecía que estaban perfectamente sincronizados.

Cerca de él, el médico privado de Kellan vacilaba, claramente incómodo. «Señor Lloyd, como de costumbre, el chequeo no muestra mayores preocupaciones, pero sus dolores de cabeza neuronales siguen siendo difíciles de tratar. Por ahora le he recetado sedantes, pero aún tenemos que determinar el desencadenante. Una vez que lo hagamos, podré ofrecerte un enfoque más específico».

La mirada de Kellan se ensombreció ligeramente al mencionar el desencadenante. Sin mediar palabra, hizo un gesto al médico para que se marchara. El hombre saludó cortésmente a Allison con la cabeza antes de recoger sus cosas y marcharse.

Cuando se quedaron solos, Kellan preguntó: «¿Tienes los datos de contacto del MDH?».

«Sí», respondió Allison, enviándole rápidamente la dirección.

Kellan no le pidió que hiciera ninguna llamada. Pensaba encargarse él mismo.

Ella suspiró para sus adentros. Eso era lo que haría una persona normal. No como Colton, que parecía incapaz de enfrentarse a nada de forma racional.

Kellan guardó la dirección y la miró. «Gracias, señorita Clarke. No esperaba que tuviera la medicación tan a mano».

El rostro de Allison permaneció neutral. «Una afortunada coincidencia».

Kellan no insistió. Un golpe de suerte podía ser casualidad, pero ¿varios? Eso apuntaba a algo más profundo. Contempló en silencio los muchos secretos que Allison parecía guardar. Si lograba descifrarla, tal vez podría saldar la deuda que tenía con ella.

Al ver que Kellan estaba mejor, Allison decidió que era hora de irse. «Tengo que ocuparme de algo. Descanse, Sr. Lloyd». Con eso, se levantó y se fue, el mayordomo la acompañó a su coche.

Mientras se acomodaba al volante y ajustaba la dirección, se dirigió hacia Muisvedo para comprobar su servidor de hackers. Pero a mitad de camino, vio un coche familiar aparcado junto a la carretera. Enfrente estaban Colton y Melany.

«¡Tengo que hablar contigo!» gritó Colton, adelantándose. Allison frunció el ceño. Aquellos dos eran como sanguijuelas persistentes, imposibles de quitar.

Colton se movió para bloquear su coche. «Bájate. Esta vez quiero una conversación seria».

Allison bajó ligeramente la ventanilla y su larga melena atrapó la brisa vespertina. «Muévete. La gente inteligente sabe cuándo apartarse». Al ver su fría actitud, Colton apretó los dientes y se plantó obstinadamente delante del coche.

«Sal. Realmente necesito hablar», insistió.

Estaba seguro de que, por muy fría que pareciera, no lo atropellaría.

Pero la expresión de Allison rezumaba desdén. «Señor Stevens, usted no tiene miedo a la muerte, ¿verdad?». Sus labios se curvaron en una mueca. «Ya que está tan ansioso, ¿por qué no le ayudo?» Acto seguido, pisó el acelerador y el coche rugió hacia él.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar