Capítulo 79:

Kellan aún no había hablado, pero el anciano mayordomo que tenía detrás estaba visiblemente atónito por la revelación. «Este collar es el único recuerdo que dejó la señora Lloyd. Hace mucho tiempo, ella declaró específicamente que debía pasar a su nuera, como símbolo de la legítima señora de la casa.»

Allison entrecerró los ojos, sorprendida por la extraña coincidencia. El recuerdo de la madre de Kellan era idéntico al que su propia madre le había dejado.

«Efectivamente, esto lo dejó mi madre». En lugar de responder directamente, Kellan se quitó el collar y, en voz baja y resonante, comentó: «Señorita Clarke, si aspira a ser la señora de la casa, este collar le sentaría espléndidamente». El viejo mayordomo guardó un silencio atónito.

¿Estaba soñando?

Sentía que el corazón le iba a estallar de la impresión. Hacía siglos que no veía a Kellan lucir una sonrisa tan relajada.

Desde el regreso de Kellan tras años de aislamiento, había estado cargado de recuerdos fragmentados y traumas profundamente arraigados. El mayordomo apenas recordaba la última vez que Kellan había soltado un chiste.

En los últimos años, Kellan había parecido siempre tenso, como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Pero ahora, al ver cómo bromeaba con Allison, el mayordomo se dio cuenta de que Kellan parecía mucho más tranquilo. Y lo que era aún más sorprendente, Kellan bromeaba.

«Señor, usted nunca ha mostrado interés por esas otras mujeres. ¿Por qué tiene tanto interés en presentar hoy este collar a la señorita Clarke?». El viejo mayordomo miró hacia arriba, el sol brillaba intensamente, pero persistía una sensación inquietante.

Kellan respondió: «Porque la señorita Clarke tiene un significado para mí y para Lorna».

Su actitud era serena, por lo que resultaba imposible descifrar si estaba bromeando o hablando en serio.

Allison no podía leer sus pensamientos, así que permaneció ajena al asombro interior del mayordomo. En lugar de eso, contempló pensativamente el collar durante unos instantes, con sus emociones arremolinándose como una tormenta.

El diseño y el material del collar coincidían exactamente con la pulsera de su madre.

Después de años de rastrear la red oscura, reconoció la artesanía como única. ¿Podría la difunta madre de Kellan estar relacionada con la suya?

La idea le hizo sentir escalofríos, por lo que la descartó rápidamente.

«Si esto es tan valioso, simplemente no puedo aceptarlo. En cuanto a la colaboración con el perfume, lo consideraré en los próximos días».

Kellan no insistió más y guardó el collar con calma, aunque le invadió una inexplicable sensación de pesar. «Vámonos. Te acompaño».

Preocupada por todo, Allison se marchó en cuanto entró en su coche.

Kellan la observó en silencio, y sólo volvió en sí cuando el coche desapareció de su vista. Cuando se volvió, se sorprendió al ver que el mayordomo tenía una expresión de inmensa satisfacción, como si fuera testigo de que su hijo por fin había descubierto el amor. En un movimiento inesperado, Kellan se sintió obligado a aclarar: «Nos conocemos desde hace bastante tiempo. No era más que una broma».

El mayordomo sabía que algo había cambiado. No pudo evitar sonreír aún más.

Uno ofrecía un collar y el otro lo rechazaba. Si había algo entre ellos, era asunto suyo.

«¿Por qué comparte esto conmigo, señor? Lo comprendo. Todos hemos navegado por estas aguas». El mayordomo le dirigió una mirada cómplice, como si realmente comprendiera la situación. «Su gusto es impecable, pero la señorita Clarke parece recelosa cuando se trata de asuntos del corazón. Si quieres conquistarla, puede que tengas que esforzarte más».

El tono de Kellan se volvió serio. «En este momento sólo somos amigos». Sin embargo, mientras hablaba, los recuerdos de aquella noche inundaron su mente. Habían estado entrelazados de una manera que era a la vez embriagadora y adictiva.

Incluso a él le costaba definir lo que sentía por Allison en ese momento.

Todo lo que sabía era que cada vez que su nombre cruzaba por su mente, su corazón se aceleraba como un tren desbocado.

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