Capítulo 475:

Una fragancia tenue y fresca permanecía alrededor del hombre. Sorprendida, Allison perdió el equilibrio y su mano derecha se apoyó instintivamente en el pecho de él para estabilizarse. De repente, el aire se sintió denso y caliente.

Cuando Allison levantó la vista, se encontró mirando fijamente a Kellan.

Durante una fracción de segundo, su mente se quedó en blanco y sus pensamientos se enredaron con la curiosa sensación de que los músculos relajados de su pecho se sentían… suaves.

Con un suave crujido, los documentos se le escaparon de las manos y se esparcieron por el suelo.

«Señorita Clarke», dijo Kellan, sujetándola con la mano antes de soltarla. «Parece que volvemos a encontrarnos».

El aroma de Allison se había intensificado, una fragancia más seductora de lo que cualquier perfume podría captar. Kellan no podía precisarlo, pero un extraño deseo parpadeaba en su interior. ¿Qué era?

¿Tenía ganas de devorarla entera?

No, no estaba tan trastornado.

¿Una necesidad de poseerla por completo?

No, tampoco era eso.

Había estado con ella antes y sabía que sus sentimientos por ella iban mucho más allá del mero deseo.

Lo único que sabía con certeza era que se tambaleaba al borde del abismo y que su control se desvanecía con cada latido de su corazón.

Aquel leve roce de piel con piel hizo que su corazón entrara en un ritmo salvaje y doloroso, latiendo ferozmente en su pecho.

Aunque su expresión permanecía impasible, una intensidad oculta se cocía a fuego lento en su mirada oscura, sus ojos como abismos gemelos, reteniendo todo lo que sentía.

«Gracias, Sr. Lloyd».

Allison retrocedió dos pasos, recuperando el equilibrio.

Se agachó para recoger los archivos dispersos, sólo para ver otra mano -elegante y hábil- que se unía a la suya, ayudando a recoger los papeles.

«¿Vas a Relaciones Públicas?» La mirada de Kellan se detuvo en los documentos que tenía en las manos.

«Sí, para el lanzamiento del nuevo producto, tengo que repasar los detalles con ellos y asegurarme de que todo va según lo previsto», respondió Allison.

Volvieron a quedarse en silencio y la tensión se hizo más densa. La atención de Allison se desvió hacia las manos de Kellan: fuertes y elegantes, con venas definidas que se dibujaban bajo su piel, dando una impresión de tranquila resistencia.

Recogió los documentos ordenadamente y murmuró: «Gracias».

«Fue un pequeño favor», respondió Kellan.

La mirada de Kellan se detuvo en ella un momento más, sus ojos oscuros recorrieron la curva de su cuello. Parecía tan delicada, como si el más mínimo roce pudiera romperla. Siempre había sido decidido e implacable en su búsqueda. Sin embargo, ahora se encontraba atado y vulnerable como nunca antes lo había sido.

Cuando las puertas del ascensor se cerraron lentamente, el comportamiento de Kellan cambió. Su presencia se hizo más fría, su mirada más aguda. Allison sintió la distancia emocional que se extendía entre ellos. El reducido espacio del ascensor no hacía sino amplificar el silencio, un abismo que parecía agrandarse con cada piso que subían.

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