Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 408
Capítulo 408:
Allison apoyó la barbilla en la mano, con una sonrisa burlona. «Por no mencionar que fui la primera en descubrir quién eras en aquella pista».
La luz de la luna había sido tenue esa noche, pero ella había visto claramente el lunar rojo en su garganta, su marca inconfundible.
«¿Y?» preguntó Kellan.
«Bueno, como primera persona en revelar tu identidad, ¿no crees que merezco una recompensa?». Allison sonrió, dejándose llevar por la broma.
Kellan ni siquiera parpadeó. «Sí que lo mereces. Todo lo que tengo es tuyo».
Sus ojos oscuros se clavaron en los de ella, profundos e insondables, atrayéndola como un agujero negro del que no podía escapar.
Allison se quedó brevemente aturdida, sorprendida por la facilidad con que lo había dicho. Su mirada se desvió hacia su pelo y, antes de que pudiera contenerse, parpadeó y dijo: «En ese caso, me gustaría verte con el pelo recogido».
Momentos después, Allison se encontró sentada en el suelo con las piernas cruzadas y la mirada al mismo nivel que el hombre sentado frente a ella. La escena resultaba extrañamente íntima.
«Señor Lloyd, ¿está completamente seguro de que quiere que le peine?», volvió a preguntar, dudando de creer que Kellan hubiera insistido realmente en una petición tan extraña.
No podía creer que Kellan hubiera accedido a aquella idea tan extravagante. Le había pedido expresamente que fuera ella quien le peinara.
Su habitual expresión serena no vaciló. «Seguro», dijo, como si fuera lo más natural del mundo. «Confío en tu gusto».
Allison dudó un momento y luego empezó. Sus finos dedos se deslizaron por su pelo, lenta y suavemente. Era un simple roce, pero Kellan lo sintió como chispas recorriendo su cuero cabelludo.
La inesperada intimidad hizo que su espalda se pusiera rígida, aunque trató de ocultarlo. Al fin y al cabo, sólo era pelo, pero cada leve movimiento de sus dedos le producía un cosquilleo.
Allison, sin embargo, no se dio cuenta. «Relájese, Sr. Lloyd. Tengo un gran estilo en mente para usted», dijo con una sonrisa traviesa, concentrándose en la parte posterior de su cabeza. Mientras trabajaba, las ideas revoloteaban por su mente. Jugó con diferentes estilos, pero la suave textura de su pelo tomó la decisión por ella. Decidió recogerlo en una coleta juguetona en la parte superior.
«No pensé que tu pelo fuera tan suave», murmuró Allison en voz baja, casi más para sí misma que para él.
El pelo de Kellan era inesperadamente sedoso, como si pasara los dedos por el pelaje de un cachorro. Había supuesto que el pelo de los hombres sería áspero, incluso áspero. Pero no. A pesar de su exterior estoico y distante, su pelo era suave, liso y casi relajante al tacto.
Los minutos transcurrieron en un cómodo silencio mientras Kellan permanecía quieto, casi demasiado cooperativo, como un modelo sentado para un retrato.
«Ya está».
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