Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 386
Capítulo 386:
«¿De verdad crees que podría haberte llamado cuando llevaba días inconsciente?». Su tono era inconfundible, impregnado de sarcasmo. «Dices que estabas preocupado, pero solo me llamaste una vez».
La sonrisa de Hoyt era gélida, llena de desprecio.
Melany permaneció en silencio, echando humo por dentro por lo absurdo que estaba siendo.
Ella sólo había dicho lo que creía que él quería oír, pero ese idiota creía que lo decía en serio.
Luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco, pero en su lugar adoptó una expresión inocente y vulnerable. «Hoyt, lo has entendido mal. Colton me ha estado vigilando. Me revisa el teléfono constantemente», murmuró Melany, sorbiéndose los mocos. «Tuve que escabullirme para llamarte desde el Metro. No olvides que sigo comprometida con nuestro plan».
Los ojos de Hoyt se entrecerraron, suspicaces. «¿Ha aparecido ya Kellan?»
Si Kellan no estaba en el evento, su plan se vendría abajo por completo.
Hoyt miró su maltrecho cuerpo con expresión sombría y melancólica. Culpaba a Kellan de todo, especialmente del accidente que lo había dejado en aquel lamentable estado. Kellan era como una maldición, siempre dejando desastres a su paso.
«Todavía no», respondió Melany, frunciendo el ceño. «Casi todos los competidores son anónimos, llevan cascos, máscaras, se disfrazan por todas partes. Encontrar a Kellan entre esta multitud es como buscar una aguja en un pajar».
Observó la escena a su alrededor. Era caótico, y aunque sería fácil hacer movimientos sutiles, apuntar a alguien en concreto era casi imposible.
Pero Hoyt no se amilanó. No te preocupes. Con máscara o sin ella, Kellan no podrá resistirse a ir a por el premio». Pensar en sus heridas sólo avivó su odio. Incluso su propio padre se había disgustado cuando lo visitó en el hospital, llamándolo idiota inútil.
La palabra resonó en la mente de Hoyt, quemándolo de rabia.
¿Idiota inútil? Le demostraría a su padre que Kellan era el verdadero inútil.
«He escondido una bomba temporizada en el premio. Está programada para explotar después de cierto tiempo. Nadie puede detenerla».
Hoyt lo apostaba todo a la idea de que Kellan no se iría sin el premio.
E incluso si Kellan perdía, no importaría, ya que no sería él quien se enfrentaría a la muerte.
A Melany se le aceleró el corazón. No esperaba que Hoyt llegara tan lejos, que planeara matar a alguien.
Vacilante, preguntó: «¿Y si el premio se lo lleva otro?».
«Tendrán que considerarse desafortunados», respondió Hoyt con frialdad, sin remordimientos en la voz.
El accidente de coche lo había dejado paralítico, y ahora su padre lo tachaba de inútil, mientras su madre lo ridiculizaba por tonto.
Pero Hoyt no creía que él fuera el problema.
Para él, la culpa era del mundo.
Quien se llevara el premio pagaría el precio.
Melany permaneció callada, asimilando el peso de sus palabras. No podía permitirse poner en peligro su futuro por esto.
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