Capítulo 373:

Pero más que su físico, eran los agudos instintos que compartían personas como ellos. Kellan tenía la sensación de que, como él, Allison podía sentirse atraída por el peligroso encanto de las carreras.

Su modesta respuesta no hizo más que confirmar sus sospechas.

Despertó aún más su curiosidad.

«No te olvides de aplicarte esa medicina», dijo Kellan, cambiando de conversación.

«Pareces muy preocupada. Para un extraño, podría parecer que quieres verme hacerlo», se burló Allison.

«No estoy tan obsesionado», replicó Kellan, aunque en su fuero interno sentía la innegable atracción que había entre ellos, cercana y a la vez distante. Justo cuando creía que estaba a punto de sentirse totalmente atraído, Allison se alejaba, dejándolo atrapado en el tentador juego que jugaban.

El flirteo entre ellos era sutil, un delicado equilibrio de empuje y atracción. Y era embriagador, especialmente para Kellan, que se encontraba deseando más.

Si su relación había comenzado como una caza mutua, Kellan se daba cuenta ahora de que Allison era quien tenía el control, manipulando con maestría los hilos de su interacción.

No podía ser como Gordon, viendo a Allison interactuar con otros hombres sin sentir nada.

Sólo pensarlo encendía en su interior una posesividad abrumadora. Le hizo desear tenerla a su lado para siempre. El mero pensamiento le provocó una oleada de calor que le hirvió la sangre.

Bajó la mirada, luchando por reprimir aquellos peligrosos pensamientos.

Sólo cuando el coche de Allison desapareció en la distancia, Kellan se permitió un momento para respirar.

Se pasó una mano por el pecho, sintiendo los rápidos latidos de su corazón. Reflejaba la intensidad de sus interacciones: palpitante, acelerado, imparable. Aunque no pudieran estar juntos abiertamente, la conexión entre ellos era innegable.

Cuando Allison había dicho: «Para un extraño, podría parecer que quieres verme hacerlo», Kellan había tenido esa misma idea.

Pero el deseo era retorcido, más oscuro de lo que quería admitir.

Su mente vagó por la imagen de Allison aplicando la medicina, pensando en los pequeños moratones que le marcaban el pecho.

En su imaginación, esos moratones serían borrados con besos, besos profundos y ávidos que irían desde sus labios hasta la punta de su lengua, insaciables.

Sabía que había estado perdiendo el control con más frecuencia, y le inquietaba la facilidad con que ocurría.

No era a Allison a quien temía; era la furia hirviente en su interior, la necesidad incontrolable de poseerla por completo. Especialmente cuando Allison hablaba de haber amado a su ex marido, Colton, Kellan fantaseaba a menudo con cómo hacerlo desaparecer de este mundo.

Ese lado violento, que Kellan enmascaraba cuidadosamente delante de Allison, estaba siempre presente, acechando bajo la superficie.

Y ahora, después de sus momentos íntimos desde la subasta, se había vuelto aún más difícil de ocultar. No quería que Allison viera la sangre en sus manos.

De repente, sonó su teléfono, interrumpiendo la espiral de oscuros pensamientos. Sherman, su mano derecha de confianza, estaba al otro lado.

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