Capítulo 330:

«Mi cara…» Melany miraba incrédula, con la mente luchando por comprender la realidad de lo que acababa de ocurrir. Cuando se dio cuenta, sus ojos se llenaron de lágrimas de asombro y traición.

«Allison, te has pasado de la raya.

El corazón de Melany casi se detuvo cuando el cuchillo se precipitó hacia ella. Había creído que iba a morir en ese instante. Ahora, mientras la adrenalina desaparecía, miró a Allison, cuyo rostro permanecía inexpresivo.

Cuando se le pasó el shock, Melany se dio cuenta de que Allison la había amenazado e intimidado deliberadamente. Siguió temblando, luchando por reprimir el creciente temor que sentía en su interior.

«Tú… ¿no tienes miedo de…?».

Antes de que pudiera terminar, Allison dio un paso adelante, cortando sus palabras con una calma desconcertante.

«¿Qué intentas hacer? ¡Eh!» Melany jadeó, retrocediendo instintivamente, sólo para chocar contra la sólida pared que tenía detrás. Sus ojos se desviaron hacia el cuchillo que seguía clavado en la pared a su lado. Estaba atrapada, acorralada como una presa en las fauces de un depredador.

«¡Te lo advierto, si me pasa algo aquí, la familia Stevens no te dejará salir de ésta!». Su voz tembló, pero forzó las palabras, aferrándose a la amenaza como su última línea de defensa.

Allison no se inmutó. Levantó la mano con calma y arrancó el cuchillo de la pared como si no fuera más que un gesto casual.

Con un fuerte golpe, las piernas de Melany cedieron bajo sus pies. Se desplomó sobre el frío suelo, con la respiración entrecortada por el terror.

Paralizada por el miedo, Melany estaba segura de que la mujer desquiciada que tenía delante era capaz de acabar con su vida.

«Ya sea la familia Stevens o tú, si crees que tienes el valor de desafiarme, por todos los medios, haz tu mejor intento». Allison habló despacio, metódicamente, limpiando la hoja como si fuera una tarea mundana más.

Luego se agachó, poniéndose a la altura de los ojos grandes y temerosos de Melany.

En la mano izquierda llevaba una caja roja elegantemente envuelta, adornada con oro y piedras preciosas. En su interior descansaba una reluciente insignia, símbolo de poder y riqueza.

«Esto es lo que buscabas, ¿verdad?». La sonrisa de Allison era a la vez deslumbrante y desconcertante. «Si consigues quitármelo, es todo tuyo».

Sus ojos brillaban con picardía, y el desafío en su tono era inconfundible. «¿Cuál es el problema? ¿Lo quieres?»

Melany no tenía palabras.

En su frente se formaron gotas de sudor frío que le resbalaban por la cara.

Por mucho que ansiara la placa, en el fondo sabía que no tenía ninguna posibilidad contra aquella mujer. Allison no sólo era peligrosa, sino que estaba desquiciada.

Y todavía tenía el cuchillo en la mano.

«Ya no lo quiero», balbuceó Melany, su cuerpo temblaba violentamente mientras se arrinconaba contra la esquina, prácticamente intentando fundirse con la pared.

Antes de que Allison pudiera moverse, Melany se llevó instintivamente las manos a la cabeza, protegiéndose de la cuchilla que estaba segura que caería en cualquier momento.

En ese instante, Melany perdió la compostura y se deshizo en sollozos.

«Por favor, señorita Clarke, se lo suplico… ¡suélteme!».

Allison arrojó el cuchillo descuidadamente sobre la mesa, erguida una vez más. Su voz se volvió más fría que el hielo.

«Váyase».

Las simples palabras golpearon a Melany como un salvavidas. Sin dudarlo un segundo, se puso en pie, con las manos temblorosas, y huyó como si persiguieran su alma. No se atrevió a mirar atrás y tropezó con sus propios pies al salir por la puerta.

El director, que estaba cerca, hizo una profunda reverencia. «Disculpe las molestias, señorita Clarke. Hemos reforzado la seguridad y le aseguro que no volverán a entrar personas no autorizadas».

Justo cuando terminaba de hablar, una voz crepitó a través de su auricular. Enderezándose, se dirigió a Kellan. «Sr. Lloyd, el Sr. Blakely ha solicitado entrar. Dice que tiene algo importante que discutir».

La voz de Kellan se mantuvo fría, imperturbable por el caos anterior. «Déjele entrar».

«Sí, señor.»

Cuando el encargado se marchó, Ferdinand entró despreocupado, con una sonrisa de satisfacción en la comisura de los labios. Sus ojos recorrieron a Kellan y Allison, que estaban sentados en el sofá, y dejó escapar un silbido bajo.

«Tengo que reconocerlo, no os lo habéis pensado dos veces sobre la reputación de la subasta, ¿verdad? Decidir montar una escena así, al aire libre». Su tono era más divertido que preocupado.

A pesar de sus palabras, no parecía particularmente molesto. En cambio, se estiró tranquilamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

«Menos mal que he conseguido controlar a los medios de comunicación, o este pequeño fiasco podría habernos causado verdaderos problemas». Ferdinand rió suavemente, su mirada se detuvo en Allison un momento más de lo habitual, como si tratara de desentrañar el misterio que la rodeaba.

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Nota de Tac-K: Ánimos en este inicio de semana lindas personitas, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (>‿=)✌

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