Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 293
Capítulo 293:
«No te preocupes, Allison. Te prometo que no causaré problemas». Cuando Gordon sonreía, sus ojos parecían brillar con una luz cautivadora.
Había una energía juvenil en él, una cierta vivacidad que hacía sentir como si el mundo entero se desvaneciera cuando miraba a Allison, como si nadie más existiera en su mirada.
Pero justo después de hablar, sintió que un escalofrío le recorría la espalda cuando una mirada fría se cerró sobre él.
Gordon lo ignoró y mantuvo intacta su conducta alegre. No era alguien fácil de intimidar.
«Realmente tienes el descaro de decir eso», se burló Kellan. Echó una mirada despreocupada a su reloj, el aire a su alrededor se volvió gélido.
«Si estás de humor para juegos infantiles, puedes esperar a que termine la gala. Allison y yo tenemos asuntos importantes que discutir, y dudo que ella tenga tiempo para charlar o recordar cosas».
Dejó que se hiciera el silencio durante un rato y luego volvió la mirada hacia Allison. Su sombra se alargaba bajo el suave resplandor de las lámparas de araña. «¿No es así, señorita Clarke?».
Kellan sabía que Allison no se entretendría charlando con cualquiera. Y también sabía que no era de las que toleraban una atención no deseada. Si un hombre intentaba tentar a la suerte con ella, probablemente le rompería el brazo en un santiamén y se lo daría de comer a los tiburones sin pensárselo dos veces.
No era una damisela en apuros.
Pero la forma en que Allison frunció ligeramente el ceño dejó claro que la presencia de Gordon era una sorpresa, incluso para ella. El comentario de Kellan sirvió para rebajar la tensión, aunque con un poco de mordacidad.
Gordon sintió el escozor del comentario, pero se negó a echarse atrás, sin dejar de sonreír. Sabía que Kellan lo estaba ridiculizando, burlándose de él como de un mocoso inmaduro que no era digno de estar al lado de Allison.
Antes de que pudiera responder, Allison asintió, con voz tranquila y serena. «La gala está a punto de empezar. Kellan y yo tenemos cosas que atender. Vendré a buscarte más tarde, cuando estemos libres».
No esperaba ver a Gordon aquí, precisamente aquí.
Y con Kellan a su lado, había demasiadas cosas que no podían decirse abiertamente. Sus palabras eran una sutil promesa: cuando llegara el momento, podrían ponerse al día.
Sintiéndose un poco culpable por haberle dejado plantado tantas veces en el pasado, añadió, suavizando el tono: «Últimamente has trabajado mucho. Gracias por tu dedicación». Su mirada también se suavizó, aquellos ojos hipnotizadores derritieron momentáneamente su habitual reserva.
El corazón de Gordon se agitó, una vertiginosa oleada de felicidad lo inundó. «Sí… Sí, por supuesto».
Había venido con la esperanza de tener una conversación más larga, tal vez incluso la oportunidad de acercarse a su jefa. Pero ahora, sólo ese cumplido, por sencillo que fuera, le había levantado el ánimo.
«¡No digas eso! Siempre haré eso por…» Tosió, interrumpiéndose. «Está bien, de verdad. Podemos ponernos al día esta noche si tienes tiempo».
En su alegría, casi expuso sus secretos. Pero eso no le molestó, ni tampoco la mirada penetrante de Kellan. Los elogios de Allison eran raros y preciosos. La mayoría de la gente la conocía como la fundadora de la Telaraña, una figura sombría que operaba bajo el nombre en clave de «Serpiente Escarlata». Era misteriosa, escurridiza y nunca se prestaba a halagos casuales.
Por un momento, Gordon olvidó por completo sus quejas de los últimos días. Todas las veces que se había quejado de sus promesas incumplidas desaparecieron.
Por aquel entonces, se había quejado a sus subordinados: «El jefe es imposible. Dice que me visitará, pero ya me ha dejado plantado al menos tres veces. Es una tortura, incluso cruel».
Sus colegas sólo se habían reído, diciéndole que alguien como Allison no se molestaría en reunirse con subordinados a menos que le apeteciera. Pero ahora, aquí estaba ella, hablándole directamente e incluso prometiéndole que volverían a verse.
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