Capítulo 138:

«¿Dirá la verdad esa zorra?». La voz de Thea temblaba mientras miraba nerviosa a Marc después de que se alejaran de Allison y Aimee.

Thea sabía que si este lío salía a la luz, desataría un escándalo mayor del que ella podía manejar. La ansiedad la corroía y le oprimía el pecho.

Aunque Thea y Marc solían ser expertos en crear problemas y aprovecharse de los débiles, la idea de que Allison descubriera lo que habían hecho le produjo un escalofrío.

Una risa aguda rompió la tensión.

«Tranquila. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Tenemos trapos sucios sobre Aimee, ¿verdad, Marc?».

A Marc le dolía todo el cuerpo. Apretó los dientes.

«Por supuesto. Y no olvidemos que Allison es sólo otra mujer. Arrogante, seguro. Cree que puede presumir, pero créeme, pronto saldrá».

Thea se había sentido incómoda, sobre todo después de que Allison le derramara el café encima.

Pero el tono despectivo de Marc la ayudó a reponerse. Enderezando la postura, asintió, como convenciéndose a sí misma más que a nadie.

«¡Exacto! Llevamos años con Carisma. Allison no me asusta. Si cree que puede sustituirnos, sólo conseguirá enemigos. Imagina el caos si lo intentara».

Eran veteranos en la Compañía Carisma; siempre habían permanecido juntos. Sólo así habían sobrevivido tanto tiempo.

Pero bajo la superficie, ambos eran incompetentes y sin escrúpulos. Cada vez que alguien capaz ascendía, lo saboteaban, una regla tácita.

¿Y si Allison sabía la verdad? No importaría. Aimee nunca tendría las agallas para exponerlos.

«La empresa va mejor que nunca. No podemos permitir que Allison arruine eso. La paga es buena, los beneficios aún mejores».

«Incluso si aparece alguien nuevo, sabemos cómo manejarlo». Otro colega se inclinó, su voz goteaba lealtad.

«Marc, te cubrimos las espaldas. Sólo tienes que decirlo».

Marc tomó aire, sus palabras deliberadas.

«Allison ha visto demasiado. Tenemos que movernos primero. Si no lo hacemos, esa mujer vendrá a por nosotros».

Sus ojos se oscurecieron con amargura, un odio hirviente hacia Allison creciendo en su interior.

Thea permaneció callada. Conocía a Marc mejor que nadie: era despiadado, siempre encontraba a alguien más para cargar con la culpa. Lo había demostrado una y otra vez.

Otros, arrastrados al complot, no necesitaron mucho convencimiento.

«Estamos contigo, Marc. Asegurémonos de que está fuera de la empresa para siempre».

En la azotea, Allison se quitó la chaqueta y la puso sobre los hombros de Aimee mientras la ayudaba a quitarse la ropa manchada de aceite.

«¿Por qué les tienes tanto miedo? preguntó Allison, con voz suave pero penetrante.

Aimee bajó los ojos, nublados por la vergüenza. Se agitó bajo la mirada de Allison, reacia a dejarle ver lo abatida que se sentía.

«Gracias, señorita Clarke, pero… no tiene que preocuparse por mí».

«Claro que sí», replicó Allison, con una serena fuerza en el tono.

«Puedo encargarme de ellos, pero necesito que estés a mi lado. Son arrogantes y no me muestran ningún respeto. Como nueva líder, es sólo cuestión de tiempo que me ocupe de ellos. ¿No quieres ayudar?»

Aimee se mordió el labio, su vacilación clara. Siempre se echaba atrás cuando se trataba de sus propios problemas, pero era de las que hacían lo imposible por ayudar a los demás. Allison lo sabía, y decidió apelar a ese lado más suave.

«Voy a necesitarte, Aimee. Sabes que intentarán tenderme una trampa. ¿No preferirías adelantarte a eso?».

La mirada de Aimee vaciló, parpadeando con incertidumbre. Después de lo que pareció una eternidad, suspiró.

«Cuando empecé, conseguí un gran cliente… pero me lo robaron».

Allison frunció el ceño, intuyendo que había algo más en la historia.

«¿Y después?»

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