La última luna -
Capítulo 62
Capítulo 62:
POV River.
“Sin embargo, tu mamá también tiene hermosas flores allá arriba, ¿No es así? Creo recordar que estaba trabajando en los macizos de flores cuando vine a verte antes”, preguntó Ellie.
River odiaba siquiera pensar en esa visita. Había ido tan mal.
“Así es. Hay un banco en el jardín, si quieres tomar un descanso”, contestó sin querer decir más.
“Estoy bien por ahora”, aseguró Ellie, todavía caminando.
Respiraba profundamente mientras pasaba por delante de las rosas de varios colores. Las rosas de su madre eran bien conocidas en toda la manada. Ellie también era consciente de su amor por la jardinería, ya que le había llevado una planta cuando se conocieron. Pero estas rosas eran el orgullo de su madre.
“A veces creo que mamá quiere más a estas flores que a mí”, bromeó River.
“Lo dudo. Tu madre te quiere mucho”, afirmó Ellie con una sonrisa.
“¿Sí?”, inquirió River, preguntándose por qué había dicho eso.
“Por supuesto. Siempre está hablando de ti”, señaló Ellie mientras se detenía a oler una hermosa rosa rosa.
“Creo que solo está tratando de convencerte de que no soy tan imbécil como crees que soy”, admitió River.
“Sí, tal vez sea así. Pero no lo haría si no te quisiera”, Ellie se volvió y lo miró, riendo.
“Buen punto”, afirmó.
A River le encantó el sonido de su risa.
“Esta huele tan bien ¿No sería interesante que todas las rosas olieran diferente entre sí, según sus colores?”, comentó Ellie, volviendo a pegar su nariz sobre la rosa rosa.
“¿Quieres decir que esta rosa sería una rosa de frutilla? ¿Y la roja sería de cereza o algo así?”
“Precisamente. No. Huele igual que las rosadas”, afirmó todavía riendo.
Estaba dispuesta a seguir adelante, pero se acercó a las rosas rojas y las olió.
“Ah, bueno, supongo que así es más fácil no confundirlas con fruta. No queremos que nadie se ahogue con las espinas”, comentó River.
Ellie empezó a reírse aún más fuerte ante ese comentario y River temió que se cayera, así que se aferró más a ella. Cuando recuperó un poco la compostura, River la condujo hasta el banco e insistió en que se sentara. Ellie se sentó sin que le pidieran mucho. River se sentó a su lado.
“¿Has hecho alguna vez algo de jardinería?”, preguntó River.
“No, la verdad es que no. Mi madre solía hacerlo. Pero nunca me interesó mucho. Ojalá hubiera aprendido a hacerlo, pero estaba demasiado ocupada haciendo todas las demás cosas que hacían falta para que la manada funcionara bien”, contestó Ellie.
“Te convertiste en la líder de tu manada a una edad tan temprana”, comentó River, dándose cuenta de lo difícil que debió ser.
“Tú también lo eras”, recordó ella.
“No era tan joven como tú”, dijo River encogiéndose de hombros.
“Aun así, ambos sabemos lo que es perder a un padre a una edad temprana, y ambos sabemos lo que es tener que asumir responsabilidades antes de estar preparados. O al menos… antes de pensar que estábamos preparados. En mi caso, al menos”, dijo Ellie.
“No, no, tienes razón. Yo tampoco me creía preparado. Pero descubrí rápidamente que podía manejarlo”, declaró River.
“Yo también. No creía que nunca sería mi madre, pero al menos tenía su ejemplo para seguir. Y a mi padre para ayudar”, afirmó Ellie.
“Mi madre también fue de gran ayuda”, River asintió.
“Entonces… supongo que los dos también tuvimos mucha suerte, en cierto modo”, Ellie le sonrió.
“Sí, eso creo”, River asintió.
Se veía tan hermosa con el sol brillando en su cabello rubio, que todo lo que él quería. Hacer era inclinarse y besarla.
Pero no creía que ella estuviera preparada para eso todavía. La había lastimado bastante y necesitaba asegurarse de que ella estuviera lista antes de volver a besarla.
Respirando hondo, River tragó con fuerza y apartó los ojos de Ellie antes de hacer algo impulsivo y volver a estropear las cosas.
POV Ellie.
Pasar tiempo con River había puesto nerviosa a Ellie al principio. Él siempre era educado y nunca hacía nada que la hiciera sentir incómoda. Cuanto más tiempo pasaban juntos, más a gusto se sentía ella, pero lo cierto es que él mantenía las distancias y ella no estaba segura de por qué.
Hacía aproximadamente una semana que había vuelto a caminar y había salido al exterior. El sanador le había dicho que estaba lista para empezar a entrenar de nuevo y River se había ofrecido a ayudarla también en eso.
Estaba vestida con ropa de entrenamiento por primera vez desde antes del ataque, y aunque estaba nerviosa por lo que pudiera pasar cuando empezara a hacer ejercicio de nuevo, era agradable volver a llevar algo que la hiciera sentir cómoda. Nunca le había gustado holgazanear.
River llamó a su puerta a las 10:00 en punto, que era exactamente cuando ella lo esperaba. Estaba bien para andar sola, así que se acercó y abrió la puerta, dedicándole una sonrisa. Tenía un aspecto estupendo con unos joggers grises y una camiseta azul.
“Buenos días ¿Estás preparada para patear mi trasero?”, saludó él.
“Dudo que lo haga hoy”, afirmó.
“Quiero decir… podría haberlo hecho… antes. Pero hoy, creo que solo me sacudiré el polvo”, Ellie se rió
“Apuesto a que todavía podrías patear mi trasero si quisieras. Pero te agradezco que te tomes las cosas con calma conmigo”, aseguró River con un brillo en los ojos.
Riendo de nuevo, Ellie pasó su brazo por el de él y se dirigieron a las escaleras. Estaba bien para bajarlas sola, pero no le importaba sujetarse a él.
Era una buena excusa. Mantuvo su brazo entre los de él hasta que llegaron al patio trasero. Estaban en un lugar cercano al jardín de flores, pero lo suficientemente lejos como para que, si se descontrolaban un poco, no pisotearan accidentalmente ninguna rosa premiada.
“¿Qué te parece si calentamos con unos ejercicios de estiramiento?”, preguntó River mientras le soltaba el brazo.
“Me parece bien ¿Haces yoga?”, respondió ella.
“Eh… no. Pero si lo haces, estoy feliz de intentarlo”, contestó River.
“De acuerdo. Estaré encantada de enseñarte”, asintió Ellie dedicándole una enorme sonrisa, pensando en lo divertido que podría ser esto.
“De acuerdo, pero no te rías de mí. ¿Lo prometes?”, preguntó River.
“No puedo hacer esa promesa. Vamos. Esto será genial”, Ellie negó con la cabeza.
Comenzando con algunas poses fáciles, Ellie se lo tomó con calma. Quería asegurarse de que su propio cuerpo también estaba preparado para tanta actividad.
Una vez que estuvo segura de que podía manejar las cosas fáciles, pasó a algunas poses más difíciles. Cuando hizo la Postura del Águila, River perdió el equilibrio y casi se cae. Intentó mantener su promesa de no reírse, pero fue difícil.
“A partir de aquí solo se vuelven más difíciles”, explicó ella.
“Sí, bueno, por lo general tengo buen equilibrio, pero mis piernas simplemente no… se envuelven entre sí de esa manera”, dijo.
“Se necesita práctica. Supongo que tampoco estás preparado para la postura del Rey Bailarín, ¿No?”, afirmó Ellie, tratando de hacerlo sentir mejor.
“No tengo ni idea de lo que es, pero si es tan difícil como la última… no, no estoy preparado”, respondió River.
Ellie no pudo evitar reírse.
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