La última luna
Capítulo 20

Capítulo 20:

POV River.

Era una mujer fascinante y, a diferencia de muchas de las chicas que había conocido a lo largo de los años, estaba interesada en algo más que en hablar de sí misma e intentar impresionarlo.

De hecho, cada vez que estaba con ella, le hacía todo tipo de preguntas interesantes y era el tipo de persona a la que podía llegar a conocer mejor.

El problema era que si él no ganaba el torneo, nada de eso importaba porque ella estaría casada con otro. ‘Un ba$tardo como Blade’, se dijo a sí mismo, enderezando su corbata. Se había decidido por el rojo.

Era un bonito contraste con su colorido. Tampoco se había puesto un traje de chaqueta en mucho tiempo, pero esperaba que éste le quedara bien. Su madre había salido a comprarla en cuanto se enteró de que iba a haber un baile en ese evento.

Decidiendo que se veía tan bien como podría, River se acomodó el cabello detrás de las orejas una vez más y fue a ver si su madre estaba lista para irse.

Patricia estaba de pie en la zona de la sala de estar de la parte de la cabaña que compartían, vestida con un hermoso vestido de baile azul y satinado.

“Vaya, mamá. Pareces una reina”, dijo.

“¡Ah, para! Vas a hacer que me sonroje”, comentó ella haciéndole un gesto con la mano.

“Estás tan guapo como siempre, cariño ¿Estás listo para acompañarme al baile, hijo?”, continuó.

Cuando se acercó, ella le besó la mejilla.

“Será un honor para mí. ¿Caminamos o puedes arreglártelas con esos zapatos?”, preguntó River.

“Ya sabes que tu madre siempre usará zapatos prácticos, querido”, Patricia se levantó ligeramente la falda para mostrar unas preciosas zapatillas enjoyadas del mismo color que su vestido.

“Es que nunca usaste tacones para no ser más alta que papá”, River se rió.

Patricia se rió y deslizó su brazo por el de él mientras se dirigían a la puerta.

“Puede ser. Cielos, lo extraño”, admitió.

“Yo también”, dijo River.

En noches como ésta, deseaba que su padre estuviera ahí. Le habría encantado Ellie. Sabía que ella también echaba de menos a su madre. Parecía que no importaba la felicidad de la vida, siempre había algo de tristeza mezclada.

Esperaba que dentro de unos años no recordara esta noche con tristeza, pero si Ellie terminaba con otra persona, sabía que así se sentiría exactamente.

No tardaron mucho en caminar por la calle principal hasta el lugar donde se celebraría el baile. El sonido de la música los recibió, mezclándose con los sonidos del bosque que llegaban hasta ellos con la brisa otoñal. Era una noche hermosa.

Su madre era una mujer hermosa y él se dirigía a encontrarse con la chica más hermosa que jamás había visto. Lo único que arruinaba el pensamiento era el hecho de que había otros cinco hombres.

“Recuerda, River. Sé tú mismo. Eso es lo único que importa. A Ellie ya le gustas. Se nota”, comentó ella, apretando su brazo.

“No sé nada de eso, mamá”, declaró él.

Imaginó que era un deseo de ella.

“¡Claro que lo sabes! Se molestó mucho cuando ese Blade ganó hoy el concurso. No te preocupes, hijo. Vas a ganar el concurso porque esa chica solo tiene ojos para ti. Además, la Diosa de la Luna quiere que ustedes dos estén juntos. Puedo sentirlo”, dijo Patricia.

Ya casi llegaban a las puertas que daban acceso al evento. Se detuvo, se agachó y volvió a besar a su madre en la mejilla.

“Gracias, mamá. Disfruta tú también. Pero no demasiado”, dijo River.

“No te preocupes. Solo bailo con hombres mucho más jóvenes para que ningún compañero mayor se haga ilusiones”, ella se rió.

A través de la puerta, River vio pasar a Hans, el amigo de Ellie. Patricia también lo vio y le gritó que lo esperara. Él sonrió y la esperó junto a la puerta y luego los dos se fueron a bailar juntos. River tuvo que reírse, su madre era una niña en muchos sentidos.

“Está muy guapa esta noche”, la voz de Ellie lo hizo girar.

Estaba de pie bajo la luz de la luna, con un brillante vestido plateado sin tirantes y una cola de sirena, con el pelo rubio rizado que le caía por los hombros con el viento.

Parecía un ángel. Parecía un sueño.

“Tú también”, dijo mirándola.

Ellie se sonrojó y River le ofreció la mano, esperando que le permitiera acompañarla al baile. Ella la tomó y entraron. Todos los ojos de la sala se desviaron para mirarlos a ellos, para mirarla a ella y River esperaba desesperadamente que su madre tuviera razón.

Si alguna vez había necesitado la intervención de la Diosa de la Luna era ahora, porque esa chica acababa de robarle el corazón.

POV Ellie.

No querer ir al baile había sido una subestimación. Pero Ellie había conseguido recomponerse, con la ayuda de Shelby. Su mejor amiga incluso le había comprado en secreto un nuevo y precioso vestido.

El plateado era perfecto para este baile no de la Diosa de la Luna y le encantaba su forma. De pie frente al espejo, mirándose a sí misma, no pudo evitar pensar que sentía a su madre mirándola, especialmente cuando leyó aquel mensaje que había colgado sobre el espejo hacía tanto tiempo.

‘Lidera con amabilidad. Dirige con gracia. Lleva siempre una sonrisa amable en la cara’. Su madre tenía que estar sonriendo hacia abajo sobre ella ahora, sin duda.

Shelby había salido corriendo para reunirse con Carl, dejando a Ellie que caminara sola hasta el baile, lo cual estaba bien. Quería tomarse su tiempo y disfrutar del aire fresco del otoño.

Pero entonces había visto a River y a Patricia delante de ella y estaba más emocionada que nunca por ir al baile. Tenía un aspecto increíble con su traje y la forma en que acompañaba a su madre le llegó al corazón. No era un niño de mamá, pero era un buen hijo que claramente quería a su madre más que a nadie.

Ellie se encontró preguntándose si había espacio en ese corazón para una mujer más. Al entrar en el baile del brazo de él, sintió que toda la sala se detenía cuando las miradas se volvían en su dirección para verlos.

Vio a su padre, con una enorme sonrisa en la cara. Seth, Hans y Kane parecían asombrados, ya fuera por lo bonita que estaba con el vestido o por el hecho de que estuviera con uno de los Alfas y Ulises tenía una sonrisa en la cara que le hacía saber que lo aprobaba.

No estudió las expresiones de las caras de los otros Alfas porque no le importaba. Cuando empezó una canción lenta mientras cruzaban la pista de baile, River se detuvo.

“¿Quieres bailar?”, preguntó.

Por supuesto, Ellie quería bailar con él. No lo había esperado tan temprano en la noche. ¿Pero quién era ella para negarse?

“Por supuesto”, dijo ella.

Comenzaron a moverse por la sala, con una de las manos de River firme en su cadera y la otra enredada en sus dedos. Ella puso su mano libre en el hombro de él y se maravilló de lo musculoso que era. Era imposible no notarlo sin importar lo que llevara puesto, pero tocarlo despertó en ella sensaciones que nunca había advertido antes.

Su aliento era cálido en su mejilla y olía a menta y a bosque. Podría haberlo respirado toda la noche. Con gracia y precisión, la movió por la pista de baile. Al principio, parecía que todo el mundo se limitaba a mirarlos, pero finalmente los demás se unieron.

Aun así, Ellie sintió los ojos sobre ellos de toda la sala. Toda la manada y todos sus invitados habían acudido al evento. No era frecuente que se celebraran bailes en la manada, algo que ella pensaba que debía cambiar, ya que disfrutaba de éste.

A pesar de su falta de oportunidades para tocar frente a multitudes, el cuarteto de cuerdas de la manada sonaba impecable. Los ojos de Ellie se dirigieron a donde estaban instalados en la esquina de la sala y sonrió con orgullo al ver lo logrados que estaban sus compañeros de manada.

“Suenan maravillosamente”, comentó River, siguiendo su mirada.

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