Capítulo 941:

Sin embargo, Matthew permaneció en silencio, recordando la advertencia de Julie sobre los extraños, por muy amistosos que parecieran.

Marcus, paciente y gentil, tocó la cabeza de Matthew, ofreciéndole un simple «¡Buen chico!».

Esta interacción captó la atención de Alexis, una silenciosa observadora del desarrollo del vínculo.

Al sentir el tacto amable de Marcus, Matthew no pudo resistirse a levantarle la mirada y sus ojos se encontraron en un momento lleno de afecto mutuo.

Para Marcus, éste era un territorio desconocido. Había observado a Edwin y Leonel con sus hijos, y una vez pensó que su afecto era excesivo.

Ahora, frente a su propia carne y sangre, comprendía la naturaleza instintiva de sus acciones, experimentando de primera mano la profunda conexión entre un padre y su hijo.

Marcus estaba tan absorto en sus pensamientos que cuando la suave voz de Matthew irrumpió, casi le cogió desprevenido. «Señor, ¿por qué parece triste?», susurró.

«No lo estoy», respondió Marcus, con la voz más áspera de lo que pretendía.

En ese momento, Marcus estaba tan cerca de Matthew que podía percibir el olor a leche que parecía aferrarse al niño de dos años. Había una frescura inconfundible, el olor de un bebé, que envolvía a Matthew.

Sintió el impulso de abrazar al niño.

Matthew, siempre dispuesto a sonreír, mostró dos pequeños dientes en su sonrisa.

«¿Me abrazas?» Matthew extendió la mano, su voz era más una orden que una petición.

Sin vacilar, Marcus levantó a Matthew, lo acomodó en su regazo y lo colmó de besos cariñosos. Matthew, tímido pero complacido, disfrutó de la atención.

Tanto niños como adultos se sentían atraídos por el encanto de Marcus.

Decidió agasajar a los niños y pidió dos postres, uno para Evelyn y otro para Matthew.

Evelyn, conteniendo a duras penas su emoción, dijo: «Me encanta. Hacía siglos que no comía uno».

La risa de Matthew, mostrando sus dientes de leche, llenó la habitación.

Alexis, claramente enamorada de Matthew, comentó a Julie: «No es nada tímido. Es adorable, ¿verdad?».

Julie, radiante de orgullo, fingió humildad.

Alexis se rió, incapaz de resistirse al encanto de Matthew, y sacó unas cuantas fotos más para enviárselas a Marcus.

Cuando llegaron los postres, Marcus empezó a dar de comer a Matthew, que miró tímidamente a Julie, con las mejillas teñidas de rubor.

«¿Le doy de comer?» le dijo Julie en voz baja.

Matthew, ansioso por demostrar su independencia, declaró: «Puedo comer solo», mientras lanzaba una mirada de preocupación a Marcus.

En la expresión de Matthew, Marcus vio un atisbo de Melissa.

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