Capítulo 927:

Pronto, la recepcionista llamó a la línea interna.

Dijo con voz agradable: «Sr. Waston, el presidente del Grupo Fowler está aquí. ¿Está listo para reunirse con él ahora?»

¿Marcus le estaba haciendo una visita?

Albert no pudo evitar sonreír. «Sí, por favor, traiga al Sr. Fowler a mi despacho».

En apenas un par de minutos, Marcus subió en un ascensor privado.

Era guapo y ocupaba un puesto de prestigio, lo que le convertía en el sueño de muchas mujeres que trabajaban en el Grupo Waston. Sin embargo, ninguna se atrevía a acercarse a él, porque eran conscientes de que ya tenía pareja.

El despacho de Melissa estaba situado justo al lado del del director general.

El despacho tenía paredes de cristal que iban desde el suelo hasta el techo. Esto permitía ver el interior cuando se levantaban las persianas.

Cuando Marcus atravesó el pasillo, vio a Melissa dentro de su despacho.

Se había resfriado por la lluvia y no se encontraba bien desde por la mañana. Ahora tenía fiebre.

Se había quedado dormida sobre la mesa.

Su rostro parecía delicado y ligeramente pálido, pero tenía un toque de rubor en las mejillas. Su cabello oscuro le caía sobre los hombros, lo que aumentaba su encanto.

Desde donde estaba Marcus, podía incluso vislumbrar sus clavículas.

En aquel momento parecía especialmente esbelta.

No pudo evitar recordar lo dulce y suave que se sentía Melissa cuando estaba encima de él, y el aspecto que tenía cuando brillaba de sudor…

Estos pensamientos hicieron que Marcus se removiera sin querer.

No estaba seguro de cómo interactuar con Melissa en los próximos días, pero no podía deshacerse de su profundo anhelo por ella. Marcus no había intimado con otra mujer que no fuera Melissa.

Su deseo le hacía sentirse tenso por todas partes.

Finalmente, entró en su despacho.

El escritorio de Melissa estaba repleto de objetos, como tarjetas de visita de concesionarios de coches, folletos de joyerías y prospectos de guarderías y jardines de infancia.

Marcus tocó ligeramente su escritorio.

Era como si echara un vistazo al mundo de Melissa.

De repente, Melissa se despertó de golpe.

Pero seguía atontada, sin saber si era por la mañana o por la tarde, o si la figura que tenía delante era real o sólo producto de su imaginación. Lo miró fijamente y susurró su nombre: «¿Marcus?».

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