Capítulo 909:

Jessie estalló de ira, lanzando su teléfono contra la pared.

Ella no podía entender cómo Melissa, una vez tímida, se había vuelto tan asertiva.

Por la tarde, Melissa fue a buscar el anillo de diamantes.

Optó por un anillo de diamantes de dos quilates, lo consideró ideal para Jessie, apropiado para una mujer joven y que probablemente sería popular entre las damas.

Al utilizar el coche de la empresa para su recado, Melissa se encontró con Kevin Lane, el conductor, que siempre la trataba con suma cortesía sabiendo el favor que le hacía Albert.

Al salir del vehículo, entregó a Kevin una caja de bollos suizos de una famosa pastelería de la ciudad, para deleite de éste.

«Mi hija adora esta marca, pero es bastante cara y no podemos darnos el capricho a menudo. Señorita Brown, está siendo demasiado generosa».

Melissa le ofreció una cálida sonrisa. «Considérelo una ventaja de la empresa. Si encuentro más, le compraré otra cosa».

Con Kevin alejándose alegremente, Melissa procedió a ponerse en contacto con el gerente de la joyería, confirmando que todo estaba en orden.

Caminaba confiada sobre sus tacones.

El vestido bien entallado acentuaba perfectamente su figura, realzando su aura ya de por sí agraciada. Junto con su rostro apacible, su presencia en general desprendía un aire de superioridad. Melissa era una clienta habitual de la joyería, y la encargada la trataba siempre con el máximo respeto.

«Señorita Brown, el rendimiento de mi equipo este mes depende de su pedido», comentó el director con seriedad.

Melissa sonrió. «Debería darle las gracias al señor Watson».

El gerente, pragmático como siempre, reconoció: «Su aprobación delante del señor Watson atrae la atención sobre nuestros productos. Usted tiene un gusto impecable y asegurarse de que las novias del señor Watson estén satisfechas es primordial».

Melissa se limitó a sonreír en respuesta.

En ese momento, un grupo descendió del ascensor del segundo piso, encabezado por Marcus.

Su mirada se posó sobre Melissa en el mostrador de la joyería, inspeccionando un anillo de diamantes que tenía delante.

¿Qué? ¿Se iba a casar?

La expresión de Marcus se ensombreció al pensarlo.

Sylvia, al darse cuenta de la reacción de Marcus, siguió su mirada y se sorprendió igualmente al ver a Melissa.

Sylvia contempló a Melissa durante un largo rato, sin poder evitar comentar: «Ha cambiado mucho».

Melissa parecía aún más guapa que antes, pero tenía un sutil aire de sofisticación. Sylvia no podía negar el atractivo de Melissa, pero se preguntó qué tipo de mujer prefería más Marcus.

Marcus no respondió.

Sylvia, experta en leer las expresiones de su jefe, se quedó pensativa un momento antes de sugerirle a Marcus: «¿Por qué no invito a Melissa a casa para que os pongáis al día?».

Marcus permaneció en silencio, con la mirada fija en el anillo de diamantes y una expresión sombría.

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