Capítulo 900:

Los ojos de Violette brillaron de emoción al ver a Melissa. Se volvió hacia Marcus, con la voz teñida de envidia y admiración. «¿Podemos acercarnos a saludarla? Su vestido es impresionante y está increíble. Ojalá tuviera su figura».

Sus palabras van acompañadas de una sonrisa tímida.

Marcus, con una copa de vino en la mano, miró fijamente a Melissa.

No podía negar que parecía más cautivadora que nunca.

Cuando Melissa vio a Marcus y Violette, su sonrisa vaciló momentáneamente antes de saludarles con una educada inclinación de cabeza.

Albert, al notar el breve cambio de expresión de Melissa, observó la sala y reconoció a Marcus.

«¡Ah, el joven heredero de los Fowler! Qué agradable sorpresa!», exclamó, acercándose a Melissa a remolque. «¿Es este tu nuevo compañero? Parece que hacéis buena pareja».

comentó Albert, volviéndose hacia Melissa para pedirle su opinión. «¿Estoy en lo cierto?»

Violette respondió modestamente al cumplido de Albert: «Es muy amable de su parte, señor Waston».

Mientras tanto, la mirada de Marcus se detuvo en Melissa, preguntándose en silencio cómo podría reaccionar. Antes, una situación así podría haberla hecho llorar de lo tímida que era, pero se había hecho más fuerte.

Con una sonrisa serena, Melissa respondió: «El Sr. Fowler tiene un don para tomar las decisiones correctas».

Antes de que Albert pudiera seguir agitando la olla, Marcus intervino: «¿Es así, señorita Brown? Quizá haya cometido errores de juicio antes».

«El éxito y el fracaso son dos caras de la misma moneda, ¿no le parece, señor Fowler?». respondió Melissa con ecuanimidad.

Ante sus palabras, Marcus se mofó: «Parece que se le da muy bien ver el lado positivo, señorita Brown».

Melissa respondió con prontitud: «Debemos seguir adelante, pase lo que pase».

El aire entre ellos se cargó en un instante.

Violette, desconcertada por la tensión, preguntó: «¿Usted y Marcus eran colegas antes, señorita Brown?».

Con una sonrisa amable, Melissa explicó: «Sí, durante mi estancia en el Grupo Fowler, el señor Fowler y yo tuvimos nuestras diferencias. Dejar la empresa me dejó bastante disgustada, pero imagino que el señor Fowler hace tiempo que olvidó aquellas pequeñas disputas. Supongo que esos asuntos le parecen triviales».

Violette salió rápidamente en defensa de Marcus, afirmando: «Por supuesto.

Marcus es cualquier cosa menos insignificante».

Albert, incapaz de contener la risa ante el intercambio, soltó una carcajada.

Le costaba creer que Melissa, a la que antes consideraba mansa y amable, se hubiera vuelto tan asertiva e independiente. Miró a Marcus, con una expresión mezcla de admiración y broma: «Señor Fowler, es usted afortunado. Melissa y yo esperamos con impaciencia su invitación de boda».

La respuesta de Marcus fue un bufido desdeñoso, mientras su actitud cambiaba.

Fijó una mirada firme en Melissa, enfatizando cada palabra: «Tengan por seguro, señor Waston, señorita Brown, que recibirán su invitación a su debido tiempo».

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