La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 895
Capítulo 895:
A pesar de su floreciente carrera, no tenía ninguna mujer a su lado.
En Duefron, la familia Fowler había escogido a varias chicas de sus círculos sociales que consideraban adecuadas para él. Todas tenían un aspecto excepcional y talento en diversos aspectos. Dos meses más tarde, Marcus había tenido dos citas con una joven de la familia Finch, que le resultaba bastante indiferente.
Aunque ya tenía 30 años, Marcus seguía sin sentir verdadero interés por las mujeres.
Su elección de Violette Finch se debió principalmente a su color de pelo y a un hábito particular de ella, nada más.
Tenía el pelo negro azabache que le llegaba hasta los hombros.
En su primera cita, ella había sacado una crema de manos y se la había aplicado delicadamente. Marcus conocía la marca del producto y se quedó mirándola durante varios segundos. Violette no pudo evitar sonreír tímidamente mientras él la miraba.
«Huele bastante bien», comentó Marcus con indiferencia.
Con su aspecto atractivo y su comportamiento maduro, tenía un encanto magnético al que Violette no podía resistirse.
Un día, cuando Marcus tenía que asistir a un compromiso de negocios, Violette se presentó.
Parecía algo tímida, y Marcus supuso que la familia Finch parecía ansiosa por consolidar la relación de su hija con él lo antes posible. Tras mirarla un momento, finalmente dijo: «Vamos juntos».
Luego procedió a esperar pacientemente a que ella se preparara.
La trataba como cualquier otro hombre trataría a su novia: con delicadeza, paciencia y respeto mutuo.
Pensaba que si al cabo de otros seis meses seguían llevándose bien, podrían casarse y tener un hijo, no necesariamente varón, pero al menos el heredero de la familia Fowler debía ser varón.
Violette tenía una personalidad apacible, muy adecuada para el puesto de esposa.
Pero cada vez que Marcus pensaba en ello, siempre recordaba a la mujer que una vez amó. Por aquel entonces, cuando decidió casarse con ella, su mentalidad era completamente distinta a la de ahora.
Había deseado ansiosamente formar una familia con ella y tener hijos, no como herederos de la familia Fowler, sino como sus propios bebés.
Sin embargo, al final, acabó siendo él quien pronunció aquellas palabras hirientes y puso fin a su relación.
Habían pasado ya tres años.
¿Le iba bien?
Marcus se preguntaba mucho sobre su vida, pero no sabía a quién preguntar.
Habían pasado tres años y, salvo por sus propios pensamientos melancólicos ocasionales, la gente que le rodeaba parecía haber olvidado prácticamente a Melissa. Nadie la mencionaba a su oído. Era como si ni siquiera existiera.
Aunque, como todos los demás, tenía que mirar hacia delante, seguía teniendo una espina clavada en el corazón.
Preocupado, Marcus se levantó y se dirigió a la sala de fumadores. Debido a su estatus y a su aspecto, los jóvenes empleados del salón le lanzaban miradas de soslayo, admirándole en silencio.
De pie junto a las ventanas francesas, Marcus bajó la cabeza para encenderse un cigarrillo.
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