La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 852
Capítulo 852:
En tres días, Marcus se disponía a partir hacia Livebop. Habiendo persuadido con éxito a los accionistas del Grupo Fowler, estaba listo para el viaje.
En la residencia de los Fowler, los criados habían ayudado diligentemente a Marcus a hacer el equipaje.
Le esperaban cuatro grandes maletas repletas de ropa y accesorios. Marcus, tras concluir su jornada laboral, regresó a la villa.
Al subir las escaleras, vio a un criado que llevaba las maletas al salón.
Al fijarse en Marcus, el criado le dijo: «Sr. Fowler, compruebe si hay algo más que suela utilizar. Puedo prepararle otra maleta si desea llevarse más».
Marcus obedeció y entró en el vestidor.
Abrió la puerta del armario y rebuscó en el cajón de los accesorios.
Numerosos accesorios ya encontraban su lugar en la maleta.
Sin embargo, sus ojos captaron la silenciosa presencia del reloj Patek Philippe encajado en su caja.
El reloj en cuestión era el que Melissa había reclamado en un principio.
¿No se lo había regalado él? ¿Por qué seguía en su poder?
Marcus sacó el reloj y lo contempló en silencio durante un largo rato. A pesar de adornarlo brevemente, acabó por quitárselo, percibiendo una incongruencia.
Mientras contemplaba, su teléfono interrumpió sus pensamientos.
James, hijo de Roscoe y Vera, se puso en contacto con Marcus.
A pesar de que la familia Figueroa no había tenido mucho éxito en sus negocios, Marcus mantenía una estrecha relación con la generación más joven. La amistad de sus padres contribuyó a que los jóvenes Figueroa tuvieran una vida relativamente cómoda.
Tras un tiempo casado, James seguía siendo un alma alegre y despreocupada.
«Marcus, ¿qué pasa? Mi padre me ha hablado de tu plan en Livebop.
Hemos reservado un espacio privado en el club y te estamos esperando.
Dime, ¿te unes a nosotros o no? Ni se te ocurra negarte. Hace siglos que no nos vemos».
Marcus guardó el reloj con indiferencia y respondió: «Allí estaré».
James se rió, soltando algunas bromas, mientras Marcus se limitaba a sonreír débilmente.
Marcus siempre había sido indiferente a las aventuras casuales, considerándolas opcionales.
En medio del jolgorio social, Marcus, desinteresado, prefirió no participar.
De lo contrario, no se lo habría guardado hasta conocer a Melissa.
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