Capítulo 844:

El médico escrutó el informe y, tras un prolongado examen, comentó: «El paciente padece gastritis aguda, unida a una desnutrición prolongada.»

¿Gastritis? ¿Malnutrición?

¿Estaba Melissa sometiéndose intencionadamente a este estado, con la esperanza de despertar la compasión de Marcus?

Marcus apretó los labios y ordenó: «Ingresadla en el hospital».

Inmediatamente, el médico ordenó a la enfermera que cumpliera la orden.

Atemorizados por la autoridad de Marcus, se abstuvieron de preguntarle o molestarle, dado que el 52% de las acciones del hospital eran propiedad del Grupo Fowler.

Finalmente, Melissa permaneció tumbada en los serenos confines de la sala.

Una botella de transfusión colgaba de su delgado brazo, y la piel alrededor del pinchazo de la aguja adquiría un tenue tinte azul verdoso.

Seguía inconsciente.

A pesar de la presencia de un sofá en la sala, Marcus se abstuvo de sentarse. Se quedó junto a la ventana, mirando hacia abajo. Llamó a Sylvia, confiándole la gestión de los asuntos del hospital.

Marcus había decidido firmemente poner fin a su relación con Melissa.

No iba a reconsiderarlo por su enfermedad.

Sylvia no tardó en llegar. Contemplando la habitación, parecía momentáneamente perdida. Tras una breve pausa, llamó en voz baja: «Sr. Fowler».

Al oír su voz, Marcus se giró.

Le pasó una historia clínica a Sylvia y le dio una orden directa.

«He cubierto los gastos de hospitalización. Haz que alguien la atienda hasta que le den el alta».

Reflexionando un momento, Sylvia preguntó: «Señor Fowler, ¿no se ocupará usted personalmente de ella?».

La mirada de Marcus se desvió hacia la cama donde yacía Melissa, una imagen de fragilidad.

Esbozó una leve sonrisa. «He terminado con ella». Con eso, procedió a salir de la sala.

Simultáneamente, un murmullo emanó de la cama. «Ryan…»

Al oírlo, el semblante de Marcus se volvió sombrío. Sylvia también contuvo la respiración.

Tras un prolongado silencio, Marcus entreabrió la puerta y salió con expresión socarrona.

Sylvia le siguió para plantear sus preguntas. En la tranquilidad de la sala, la suave voz de Melissa pronunció: «Ryan, no te quiero. Le he cogido cariño».

Melissa siguió murmurando repetidamente, pero Marcus no estaba allí para escucharla.

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