Capítulo 842:

Me encargaré personalmente. Organízame el vuelo más temprano».

Inocente al desarrollo de los acontecimientos, Sylvia se encaramó a la cama, aferrando su teléfono.

Se frotó los ojos y preguntó: «Sr. Fowler, ¿está seguro? El proyecto es complejo. Requerirá un mínimo de un año para su plena integración».

«Entonces me comprometo a pasar un año allí», afirmó Marcus sin vacilar.

Sylvia sintió un presentimiento. Atrevidamente, preguntó: «Señor Fowler, ¿le ha disgustado Melissa? Jaja. La joven es muy influyente. ¿Acaso desconfía de ella?»

Marcus se burló. «¿Desea acompañarme al extranjero durante el próximo año?»

«¡No, Sr. Fowler! Sólo estaba bromeando!»

Marcus, resuelto en su decisión, ordenó: «Organiza los detalles.

Reúne a cuatro personas del departamento financiero, otras cuatro del departamento comercial, más nosotros dos».

A pesar de la inclinación de Sylvia a suplicar, Marcus dio por terminada la llamada sin piedad.

Sylvia se quedó muda.

Marcus, enfrentado a una relación tensa, descargó sus frustraciones sobre Sylvia, su capaz subordinada.

Sylvia se planteó dimitir.

Agarrando el cuello de su marido, le exigió con intensidad: «Dime que ganas diez millones de dólares al año. Dímelo».

Su marido se movió, envolviéndola en su abrazo. Al cabo de un rato, sucumbió a los ronquidos.

Sylvia le pellizcó enérgicamente la cara.

Él replicó: «No gano diez millones de dólares al año, pero puedo acompañarte a Livebop».

La satisfacción invadió por fin a Sylvia.

Al otro lado, Marcus, tras descargar su frustración contenida, experimentó una nueva sensación de tranquilidad.

Sorbió el agua poco a poco y se dirigió al dormitorio, aunque su mirada se desvió involuntariamente hacia la puerta.

Marcus supuso que Melissa se había marchado.

Marcus durmió hasta que el reloj dio las siete de la mañana.

Tras levantarse, tomó un vaso de leche y se dirigió al gimnasio para correr treinta minutos. Tras una ducha refrescante y cambiarse de ropa, encargó el desayuno a un hotel de cinco estrellas cercano. Se sienta a la mesa y espera pacientemente a que llegue su desayuno.

Durante la espera, lee los periódicos de la noche anterior.

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