Capítulo 815:

Ayudando a Marcus, Melissa dobló meticulosamente su ropa, pareciendo totalmente absorta en la tarea.

Al cabo de un rato, murmuró: «Pero disfruto haciendo estas cosas por ti».

Una mirada profunda se clavó en los ojos de Marcus.

Sentado en un sillón, Marcus profundizó en su teléfono, atendiendo asuntos de negocios. A su lado, Melissa asumía el papel de esposa obediente.

Marcus disfrutó de la tranquilidad de la noche, apreciando la sencillez que aportaba.

Al terminar, Marcus alabó sus esfuerzos, provocando una mezcla de vergüenza y enfado en Melissa.

Marcus la levantó y la llevó a la cama.

Mostró cierta asertividad, acunando todo su cuerpo entre sus brazos de forma posesiva.

En tono apagado, Melissa se resistió: «Marcus, apenas puedo respirar».

En medio de la oscuridad, Marcus la escrutó durante un prolongado instante.

Inclinándose hacia ella, la besó descaradamente, preguntándole: «¿Te sientes más cómoda ahora?».

Ruborizada, Melissa se abstuvo de seguir bromeando, indecisa ante la posibilidad de seguir coqueteando.

Acurrucó delicadamente la cara contra su hombro, saboreando su reconfortante aroma.

En ese preciso instante, la envolvió la fragancia de la felicidad.

Previendo el insomnio, se sorprendió gratamente al encontrarse profundamente dormida hasta las siete de la mañana.

Cuando Melissa abrió los ojos, descubrió que Marcus ya no estaba a su lado en la cama. El sonido de una conversación intermitente emanaba del exterior, con una voz que pertenecía inequívocamente a Marcus y otra que parecía ser la de Sylvia.

En su confusión momentánea, Marcus entreabrió la puerta y entró.

Al verla aturdida en la cama, no pudo reprimir una sonrisa.

«Hola, estaba a punto de despertarte».

Acortó distancias y se acercó.

Acostumbrado a las bromas juguetonas, le pellizcó la mejilla, adoptando un tono dominante. «Anoche babeaste bastante, Melissa. ¿Eres consciente de que se te cae la baba mientras duermes?».

Un rubor coloreó las mejillas de Melissa.

Inclinándose, frotó suavemente su nariz contra la de ella y sonrió.

«Eres como un pequeño; uno sin destetar, eso es», comentó cariñosamente.

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