Capítulo 812:

Marcus quedó momentáneamente desconcertado.

Posteriormente, apagó el cigarrillo e inquirió suavemente: «¿Por qué estás despierta?».

Ajena a su encuentro, Melissa lo abrazó con ternura, con la intención de darle una alegría. Apretó los dedos en torno a su cintura.

Marcus era astuto.

Al darse cuenta de que acababa de despertarse y se estaba moviendo, se dio la vuelta y le acarició suavemente el pelo.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que llevaba puesta su camisa negra. Debido a su baja estatura, la llevaba como si fuera un camisón.

«Primero vete a la cama. Tengo una reunión a la que asistir».

Reacia a separarse, Melissa levantó la cabeza y preguntó en voz baja: «¿Tardarás mucho? ¿Puedo quedarme contigo?».

Marcus suspiró. «Niña necesitada».

Se esperaba que la reunión durara cuatro horas. La joven realmente necesitaba acostarse temprano, sobre todo teniendo en cuenta sus difíciles últimos dos meses. Había adelgazado notablemente. Aunque se sentía delicada y ligera en sus brazos, Marcus pensó que debería engordar un poco.

No obstante, Melissa estaba decidida a hacerle compañía.

Al no obtener su aprobación, insistió, casi aferrándose a él.

Justo cuando Marcus estaba a punto de rendirse, una voz familiar resonó desde el otro extremo de la reunión: nada menos que su padre, Waylen.

«Marcus, ¿qué está pasando?

Tu reunión a campo traviesa se ha convertido en una emisión amorosa. En mitad de la noche, tu compañero me llamó directamente, instándome a unirme a la emisión en directo. Jaja. Y, por cierto, tu abuelo también está aquí online, viéndote».

La situación se había descontrolado.

Marcus se volvió hacia la pantalla y observó a un grupo de ancianos. Su padre era la figura más prominente entre ellos.

Sin un atisbo de emoción, Marcus desactivó la cámara.

A continuación, Marcus miró a Melissa. Afortunadamente, ella no se había revelado involuntariamente.

Igualmente sorprendida, le miró desconcertada, temerosa de su posible enfado.

«Niña tonta».

Marcus le dio una palmadita cariñosa en la cabeza y la llevó al sofá. Antes de reanudar la reunión, le calentó discretamente un vaso de leche lejos de la vista de la cámara.

La luz del estudio era tenue y Marcus permaneció callado la mayor parte del tiempo.

Su atención se centraba sobre todo en los informes del otro extremo.

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