Capítulo 810:

Abrazó a la mujer con fuerza, sintiéndose más feliz que en los últimos veinte años. Su corazón rebosaba tanta felicidad que casi lo abrumaba, pero esta intensa emoción se transformó en una paz serena tras su íntima conexión.

Después, se tumbaron juntos con tranquilidad.

A pesar de que el momento y el entorno no eran ideales, él la acunó en sus brazos sobre la cama y pronunció suavemente aquellas tres palabras.

Su actitud destilaba la mayor sinceridad.

Melissa se estremeció ligeramente, olfateando mientras se aferraba con fuerza a él.

En un tono suave, Marcus preguntó: «Has compartido mi cama conmigo. ¿Te vienes ahora a casa conmigo?».

Antes de que ella pudiera responder, él estalló en carcajadas y le pellizcó juguetonamente la mejilla. «¿Cuál es el plan ahora? Hoy nos hemos saltado los anticonceptivos. Si estás embarazada, no hay escapatoria, ¿verdad?».

Melissa se incorporó.

Inconsciente de su atractivo, permaneció en esa postura provocativa.

Su largo cabello húmedo caía en cascada sobre sus delgados hombros.

Poseía un encanto cautivador que atraparía a cualquier hombre que pusiera sus ojos en ella.

Medio arrodillada, le agarró la mano. «¿Podrías traerme las píldoras del día después?»

Marcus apoyó tranquilamente una mano detrás de la cabeza.

La admiró en silencio durante un momento. Al cabo de un rato, sonrió y dijo: «Si te quedas embarazada, tendremos el bebé. De todos modos, mi padre está deseando tener un nieto, o quizá otra nieta».

Mientras hablaba, le acarició la cara con los dedos. «Eres muy especial. Ya me estás dando órdenes».

Ruborizada, Melissa intentó fingir inocencia. «Es culpa tuya. Tú lo iniciaste».

«Así es».

Marcus rió entre dientes, incorporándose. A continuación, la abrazó y selló el momento con un beso.

Tras un beso prolongado, susurró: «No hace falta medicación. Melissa, quiero que nos casemos».

Hacía tiempo que había superado la edad adecuada para casarse.

Su ferviente deseo de estar con Melissa hacía innecesarios los anticonceptivos. Además, le preocupaban las posibles consecuencias de la píldora para su salud.

Marcus continuó: «¿No te da miedo tomar medicamentos? Tendría que persuadirte para que usaras la píldora si la comprara. ¿Y si pierdo el control durante la persuasión? Habrías tomado la píldora sin motivo».

Convenciéndola, sugirió: «Imagínate tener que tomar una pastilla por cada vez que hagamos el amor. Sumaría bastante».

Melissa se quedó realmente perpleja ante esta afirmación.

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