La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 794
Capítulo 794:
¿Estaba siendo ingenua?
Marcus normalmente disfrutaba burlándose de Melissa y viéndola en un estado de confusión, pero no esta vez. Quería ser claro y serio con ella. Hablaba en serio con ella y quería tratarla como a una igual.
Marcus decidió que las bromas y los placeres culpables podían esperar hasta después del matrimonio.
En realidad, estaba desconcertado por su propia disposición a perdonarla.
Tal vez fuera la inexplicable naturaleza del amor.
Decidió no profundizar en ello.
Marcus era un hombre que creía en la acción. Su papel era cuidar de Melissa, mientras que Sylvia se encargaría de todo lo demás relacionado con ella.
Se recostó contra el cabecero de la cama y abrazó a Melissa.
Marcó la línea interna y pidió un surtido de platos. Las mejillas de Melissa se tiñeron de rojo. Se inclinó hacia ella y le susurró al oído: «Tengo hambre».
Su proximidad era abrumadora.
Se encontró apoyada en su hombro y su cuello. Una simple mirada hacia arriba reveló su barbilla perfecta. El agradable aroma de su cuerpo llenó sus sentidos. Marcus tenía un aspecto tan llamativo que casi parecía brillar.
Melissa se sentía como en un sueño.
¿Podría estar realmente con ese hombre?
Se preguntó si ser más valiente, aceptar su difícil pasado, ignorar las miradas críticas y simplemente ser amable con él la harían merecedora de Marcus.
Melissa sintió una profunda emoción.
Probablemente albergaba sentimientos por Marcus desde hacía tiempo, pero la idea de que estuvieran juntos siempre le había parecido inalcanzable.
Se preguntó si su bondad podría alegrar a Marcus.
Para ella, su felicidad estaba por encima de todo.
Melissa incluso consideró la posibilidad de soportar su comida menos favorita, las zanahorias, todos los días si eso significaba su felicidad.
Sin darse cuenta, se le llenaron los ojos de lágrimas y le temblaron los labios.
En voz baja, empezó: «Marcus, nosotros… Nosotros…».
Marcus, apoyado en el cabecero de la cama, la observaba en silencio.
Ella estaba desnuda bajo la sábana, pero a pesar de su reciente intimidad, parecían tranquilos.
Le acarició el pelo con ternura, luego la cara y, por último, la mano. El contacto pareció aliviar el dolor de su mano herida.
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