Capítulo 763:

Miró su reloj.

Eran las siete, treinta minutos más tarde de lo que Leonel había mencionado anteriormente.

Poco después entró Leonel, con un ramo de rosas en una mano y un muñeco de peluche de oveja en la otra. A Evelyn se le iluminaron los ojos y corrió a abrazar el muñeco, acurrucándose en su suavidad.

Leonel le advirtió suavemente: «Ten cuidado de no acercarte demasiado. No queremos problemas respiratorios».

Evelyn pareció un poco decepcionada, pero obedeció.

Leonel presentó las rosas a Alexis y le dijo en voz baja: «Son para ti».

El rostro de Alexis se iluminó de alegría.

Al ver esto, Waylen le comentó a Rena: «Creo que empezaré a regalarte flores todos los días».

Marcus, recostándose, comentó: «Leonel sí que sabe hacer felices a las damas».

Leonel se quitó los pantalones y respondió con una sonrisa: «Gracias por el cumplido. Seguiré así».

Tras un breve intercambio de palabras, Leonel dio una palmada en el hombro a Marcus. «¿Te apetece fumar conmigo?».

Marcus intuyó que Leonel tenía algo en mente.

Ambos se levantaron y se dirigieron al patio delantero. Viéndolos, Waylen reflexionó en voz alta: «¿Desde cuándo son tan amigos?».

A decir verdad, Marcus y Leonel no siempre habían estado de acuerdo.

Alexis enarcó una ceja, pero guardó silencio. Sospechaba que tenía algo que ver con los acontecimientos de hoy en el restaurante.

Alexis se marchó con Evelyn a cuestas, mientras Leonel se quedaba atrás.

¿Habría hecho algo?

Fuera, los dos hombres encendieron sus cigarrillos. Leonel, sin embargo, sólo dio un par de caladas antes de apagar el suyo.

Marcus, con un cigarrillo colgando de los dedos, preguntó: «¿Dejar de fumar por los planes del bebé?».

Leonel respondió con sorna: «Tu hermana no lo aceptaría de otra manera».

Marcus, con un cigarrillo sostenido delicadamente entre los dedos, dio un par de caladas, exhalando las finas estelas de humo. Se rió suavemente para sus adentros. «Da que pensar, ¿verdad? ¿Todos los hombres enamorados se comportan así?».

Luego se acuclilló en el suelo, mirando a Leonel con expresión pensativa. «Sabes, siempre he estado un poco celoso de ti».

Leonel, perplejo, preguntó: «¿Celoso de mí? ¿Por qué?»

Marcus respondió con una suave sonrisa: «Cuando aún éramos niños, parecía que te faltaba de todo, pero en realidad, lo tenías todo. Papá siempre te valoró mucho, y mi hermana te adoraba… Aparte de que Elva era la mimada, todos estábamos sometidos a una educación rigurosa y a grandes expectativas. Sin embargo, papá te permitía dormir en la habitación de mi hermana todas las noches. Cuando era joven, ni siquiera me permitían tener una muñeca, pero tú tenías una desde niña».

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