Capítulo 761:

La expresión de Leonel se suavizó en una suave sonrisa, como si los momentos más oscuros que acababan de transcurrir nunca hubieran existido…

En la residencia de la familia Fowler…

Al regresar Alexis a casa de sus padres, se vio incapaz de acercarse a Evelyn, pues Waylen se deleitaba cuidando de su nieta.

Su anterior insistencia en la independencia de Alexis parecía irrelevante para Evelyn.

A menudo comentaba: «Evelyn es sólo una niña. Aún no necesita ser independiente».

«Pero Scott tiene casi su edad», señalaba Alexis. «Nunca has dicho eso de él».

Tras meditarlo un momento, Waylen replicó: «A los chicos hay que tratarlos con un poco más de dureza».

Alexis se quedó sin palabras.

Ella también adoraba a Evelyn, al igual que Leonel. Todos en la familia adoraban a la niña. Sin embargo, a Alexis le preocupaba mimar demasiado a Evelyn, por temor a que se volviera demasiado ingenua.

«Todas las niñas Fowler merecen que las mimen», comentó Waylen.

Acunando a Evelyn, Waylen le preguntó con ternura: «¿Te ha dado miedo la inyección de hoy en el hospital? ¿Todavía te duele el culito?».

Rena, mientras tanto, le daba a Evelyn un puré de manzana con una cuchara.

Alexis era la hija mayor de Waylen, y Evelyn, su primera nieta, nacida de Alexis y Leonel, ocupaba un lugar especial en su corazón.

Acariciando suavemente la suave mejilla de Evelyn, le dijo con una sonrisa: «Tu abuela no suele mimar a la gente, ¿sabes?».

El propio Waylen no había recibido tanta atención; siempre era él quien cuidaba de Rena.

Atrapando la mirada de Waylen, Rena reprendió: «No le llenes la cabeza de tonterías. Por ti Alexis y sus hermanos son tan independientes. Ahora estás malcriando a Evelyn».

Waylen se limitó a reír entre dientes.

La edad no había disminuido su encanto. Se inclinó sobre el sofá y rodeó suavemente la cintura de Rena con los brazos.

Rena estaba a punto de reñirle, pero la ternura de sus ojos la hizo callar.

No dijo nada más.

En ese momento, Evelyn anunció alegremente: «No tenía miedo. Y ya tengo el culo bien. Papá y mamá me llevaron a comer filetes. Quiero ir otra vez».

Rena sabía que se refería al restaurante francés de su propiedad, donde de vez en cuando tocaba el piano en su juventud.

Habían pasado uno o dos años desde su última visita. A Rena le sorprendió gratamente el cariño que Evelyn sentía por aquel lugar.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Rena.

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