La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 732
Capítulo 732:
Terminada la llamada, se dirigió al cuarto de baño.
Mientras el agua caliente caía en cascada, su humor se ensombreció ligeramente.
Pensó que era un sentimiento común entre los hombres sentirse molestos por los ex de sus novias. Su planteamiento era sencillo: enviar a Calvin al extranjero para que recibiera tratamiento y estar al lado de Alexis y Evelyn como si Calvin nunca hubiera existido.
El malestar de Leonel con Calvin era profundo. Decidió no enviar a Calvin a Braseovell.
Lo hizo porque era un lugar lleno de recuerdos de la vida en común de Calvin y Alexis.
Todos estos arreglos eran obra de Leonel.
Alexis no tenía ni idea de nada. Hasta ahora, creía que Calvin estaría en Braseovell, con sus mejores instalaciones y médicos conocidos.
Esperaba poder visitar a Calvin algún día.
Calvin también había guardado silencio al respecto.
Leonel sintió celos al pensar en la consideración de Calvin. Y apenas pudo contener sus emociones.
A la mañana siguiente, tras arreglarse, Leonel entró en el dormitorio principal.
Hasta el momento, Alexis y Evelyn seguían durmiendo.
Las besó suavemente a cada una en la frente antes de marcharse. Justo cuando estaba a punto de irse, Alexis se despertó.
Aún parecía somnolienta.
Leonel se inclinó hacia ella para que pudiera abrazarlo.
«¿Estás a punto de irte? ¿Has desayunado ya?»
Leonel miró a Alexis sin responder a sus preguntas.
En lugar de eso, se inclinó hacia ella, sellando su conversación con un tierno beso.
El cuerpo de ella se relajó en su abrazo, suave y flexible como una nube.
Tras un prolongado beso, Leonel le susurró al oído: «Volveré dentro de cinco días. Por favor, cuida bien de Evelyn».
Alexis, apoyada en la suavidad de la almohada blanca, parecía más radiante que nunca.
Leonel no pudo resistirse a la ternura de sus ojos. Se inclinó para darle otro beso, murmurando: «Debí haber sido más insistente anoche».
Alexis le instó suavemente a que se contuviera.
Leonel respondió con una sonrisa juguetona, mordiéndose ligeramente el labio. «Señorita Fowler, hubo un tiempo en que usted era más salvaje que yo. Siempre estabas ávida de más».
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