La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 724
Capítulo 724:
Marcus la subió a su regazo y compartió con ella historias pintorescas, pero al cabo de un rato se quedó mirando distraídamente la carita inocente de Evelyn.
De algún modo, le recordaba a aquella mujer…
Entonces se burló de sí mismo, dándose cuenta de que no se estaba deteniendo más que en una ilusión.
En los días siguientes, Marcus empezó a asistir a citas a ciegas.
Pero ninguna de las citas a ciegas le salía bien; o bien las chicas no le satisfacían, o bien las chicas no podían con su naturaleza quisquillosa.
En varias revistas financieras y de entretenimiento aparecían regularmente fotos suyas cenando y reuniéndose con personajes de la alta sociedad, que pintaban a Marcus como el playboy de la familia Fowler.
En Warsew.
En una pequeña cafetería, Melissa, vestida de camarera, miraba en silencio al hombre que aparecía en la gran pantalla.
Era Marcus, el presidente del Grupo Fowler.
En las noticias aparecía cenando con la nieta de un famoso magnate de las patatas fritas, y él seguía desprendiendo la misma elegancia refinada de antes. El prematuro final de su relación parecía no haber dejado huella en él.
Ella sabía que él la había buscado.
Supuso que ahora conocía sus secretos. Si era así, era natural que la despreciara.
Melissa retiró la mirada del televisor, asegurándose a sí misma que debía alegrarse de que las cosas hubieran salido como ella esperaba.
«¡Perdone! ¿Podría limpiar la mesa, por favor?» Alguien la llamó.
Melissa volvió inmediatamente en sí y limpió meticulosamente la mesa. Era diligente y meticulosa en su trabajo, y el dueño de la cafetería realmente la apreciaba, pagándole un sueldo decente.
Pero por muy decente que fuera el sueldo, no era suficiente. Tenía dos trabajos y trabajaba un total de 16 horas al día, a veces incluso más.
Al fin y al cabo, tenía que devolver los 800.000 dólares.
Melissa no sabía por qué insistía tanto en devolver el dinero a Marcus. ¿Devolverle el dinero aliviaría su conciencia? Al menos, esperaba que eso la hiciera parecer menos mentirosa.
Aquella noche en el ático no le parecería tan insoportable si podía saldar su deuda.
Esa misma noche, una agotada Melissa se sentó en un banco junto a la parada del autobús.
El autobús nocturno pasaba cada tres minutos.
En la fresca y lluviosa noche, se abrazó a sí misma, ocultando su forma en las sombras… Intentó adormecerse y tener pensamientos felices, apartando la imagen de aquella persona al fondo de su mente.
Pero más doloroso que el agotamiento era el anhelo.
Sonrió amargamente. ¿Cómo se atrevía a suspirar por Marcus cuando eran la pareja más improbable del mundo?
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