Capítulo 709:

Cerca, unas chicas susurraban, riendo: «Ayúdame a desenvolverlo… ¿Por qué no pide que le den de comer directamente? Los hombres de hoy en día son tan ordinarios y a la vez tan arrogantes».

Las mejillas de Melissa se sonrojaron de vergüenza…

La mirada de Marcus era intensa. Estirando las piernas despreocupadamente, contraatacó: «En realidad, ¿por qué no me das de comer?».

Las chicas se quedaron boquiabiertas.

¿Cómo era posible?

Pero al escrutar a Marcus, su charla cesó. No podían negar su impactante aspecto, superior al de cualquier famoso que apareciera en las páginas de las revistas.

Su atuendo parecía fuera de lugar en una cafetería tan modesta, y la mujer que estaba a su lado, vestida con sencillez, parecía una secretaria… ¿Un director general y su secretaria… en una cita en un cefe?

Melissa no lo entretuvo esta vez.

Murmuró: «Si no te lo vas a comer, no lo hagas».

Marcus la estudió por un momento, notando una pizca de fastidio. Podría haberse burlado más de ella en la intimidad de su apartamento, pero aquí, en público, prefirió respetar su dignidad.

Dejó a un lado la tarta y se encargó de cargar con dos grandes bolsas de la compra.

Le dio unas palmaditas en la cabeza y le dijo: «Volvamos a casa».

Los espectadores permanecieron en silencio, con una envidia palpable.

Melissa siguió a Marcus con la mirada baja. Cuando salieron, susurró: «Esto podría dar lugar a malentendidos».

Le tendió la mano para coger las bolsas que llevaba, pero Marcus declinó su ofrecimiento y preguntó en voz baja: «¿Qué tipo de malentendido?».

Levantando los ojos para mirarle, encontró su mirada más intensa, más seria que de costumbre, como si buscara una respuesta sincera…

Tras una pausa, Melissa respondió en voz baja: «Podrían confundirte con un excéntrico».

Marcus lanzó una mirada penetrante en dirección a Melissa.

Finalmente, Melissa cedió. «Bien, aquí la excéntrica soy yo».

Paseando hacia el apartamento, Marcus preguntó en tono mesurado: «Cuéntame tus peculiaridades».

«Te obligué a consumir un trozo de tarta barata contra tu voluntad, aunque no tenías ningún deseo de comerla. Eso me convierte en el bicho raro».

Marcus se detuvo en seco.

Su falta de precaución la llevó a chocar con su espalda, lo que le provocó una nariz enrojecida.

«Ah…», exclamó dolorida.

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