Capítulo 707:

Ross sonrió. «Últimamente no ha cenado en casa, señor Fowler. Su padre ha mencionado querer visitarle aquí de vez en cuando».

Los labios de Marcus se curvaron ligeramente, pero replicó: «Hablas demasiado».

Ross se limitó a sonreír, imperturbable.

Diez minutos después, el coche se detuvo en el aparcamiento del supermercado. Melissa preguntó: «Sr. Fowler, ¿no tenía que asistir a una videoconferencia?».

«He cambiado de idea. Me apetece ir a comprar al supermercado. ¿Hay algún problema?»

No, desde luego que no.

Melissa salió rápidamente del coche y Marcus, con un rápido movimiento, le arrebató el abrigo y lo volvió a meter en el vehículo.

Luego le preguntó: «¿Has traído dinero?».

Melissa asintió, confesando: «Tengo algo más de 30@ dólares en efectivo».

«¿Sólo eso?» El humor de Marcus se agrió ligeramente. Declaró con seriedad: «Hoy te encargarás tú de los gastos de la compra. También podría tomar el té de la tarde aquí. Por favor, prepáramelo».

Melissa se quedó sin palabras.

Miró su camisa impecablemente confeccionada, sus pantalones de traje planchados y sus piernas alargadas que podían rivalizar con las de una modelo.

Conocía su estilo a la perfección. Al fin y al cabo, últimamente se ocupaba de sus complementos.

Todos sus relojes eran de marca y valían una fortuna.

Y sin embargo, allí estaba él, mirando con interés sus modestos 300 dólares.

Sus labios se curvaron en una mezcla de frustración e incredulidad.

Marcus, siempre divertido con su descontento, la guió hasta el supermercado.

Le indicó que empujara un carrito de la compra, eligiendo meticulosamente los mejores productos importados.

Todo lo que elegía tenía un precio elevado.

La tez de Melissa enrojeció mientras murmuraba: «Si compramos esto, no nos quedará mucho para nada más».

Luego, vacilante, devolvió la caja de chuletas de cordero a la estantería.

Marcus levantó la cabeza con altivez. «¿Qué sugieres entonces?».

Sintiendo el calor en las mejillas, Melissa seleccionó un paquete de chuletas de cordero de precio más modesto, sólo un tercio del precio del que él había elegido antes.

Marcus escrutó la fecha de caducidad, asegurándose de que era seguro consumirlo antes de añadirlo a regañadientes al carrito.

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