La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 700
Capítulo 700:
Melissa consideró la propuesta con algunas reservas.
Sin embargo, el atractivo de 20.000 dólares era difícil de descartar. Con esa suma, ella podría…
Sin aceptar ni rechazar explícitamente la oferta, guardó silencio.
Su falta de respuesta firme podía interpretarse como una forma de aprobación tácita.
Muy animado, Marcus indicó al conductor: «Diríjase a mi apartamento, cerca de la empresa».
El conductor acusó recibo y ejecutó un giro suave…
Treinta minutos después, el coche se detuvo frente a un edificio.
Marcus salió del coche con elegancia y miró a Melissa, que seguía dentro.
«¿Por qué no me acompañas?».
Melissa salió y se acercó a Marcus, murmurando: «Ha sido muy rápido».
Enarcando una ceja, Marcus la observó.
Melissa se apresuró a añadir: «Señor Fowler, su eficiencia es realmente encomiable».
Con aire sereno, Marcus tomó el ascensor hasta el último piso con Melissa. Cuando se abrieron las puertas, ella se quedó sorprendida. Este dúplex abarcaba al menos 400 metros cuadrados a pesar de que Marcus lo llamaba apartamento.
La cálida decoración en tonos beige contribuía a crear un ambiente acogedor.
Al ver sus ojos brillantes, Marcus se deleitó en la satisfacción de su vanidad. Dejó la llave en la mesa de la entrada y se cambió de zapatos. «Si quieres, puedes elegir una habitación».
En voz baja, Melissa murmuró: «Podría alquilar un apartamento cercano para mí sola».
Marcus no insistió. Se dirigió a la cocina y examinó la nevera, bien surtida de frutas, verduras y carne.
Lanzando una mirada reservada a Melissa junto a la puerta, comentó: «Tengo antojo de comida casera».
Con sólo 22 años, Melissa no tenía ningún deseo de convertirse en sirvienta.
Sin embargo, Marcus parecía ofrecerle más de lo que esperaba.
Enseguida se quitó la chaqueta y declaró: «Empezaré enseguida».
Mientras se despojaba de la chaqueta, el arrepentimiento se apoderó de ella. Después de prepararse para la cita de golf, llevaba una sudadera deportiva con cremallera sobre un top de encaje sin mangas.
Recobrando la compostura, murmuró: «Me olvidé».
Cerca de la nevera de la cocina, Marcus le dirigió una mirada, sacando tranquilamente una botella de leche. «Si fue intencionado, no me molesta».
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