Capítulo 611:

Alexis se retiró a la sala a ver la televisión, dejando a Leonel que se dedicara a cocinar.

El rítmico picar de verduras resonaba en la cocina, mientras las payasadas de Tom y Jerry se desarrollaban en el televisor. El malhumor y la incomodidad que Alexis experimentó tras encontrarse con Darwin parecieron disiparse lentamente.

Decidida a mantener un estado de ánimo positivo, resolvió apartar esos pensamientos.

Al caer la noche, Leonel se vio obligado a hacer horas extras. Tras una ducha, se dirigió al estudio.

Alexis solía tener tiempo libre, dedicándose ocasionalmente a las tareas domésticas.

Le satisfacía clasificar la ropa de Leonel y colocarla en una bolsa para que la señora de la limpieza la llevara a la tintorería. De vez en cuando, si tenía tiempo, entregaba personalmente las prendas.

Alexis cogió una de las camisas blancas de Leonel con la intención de meterla en la bolsa de la ropa sucia.

Para su sorpresa, observó una leve mancha de sangre en el puño de la camisa.

No era evidente, pero parecía como si hubiera sido enjuagada con agua, adquiriendo un tenue tono rojo.

Alexis se sorprendió.

Se acomodó en el pequeño sofá del vestidor, contemplando la camisa manchada de sangre. Aunque estaba deseando preguntar a Leonel por el origen de la sangre, dudó, convencida de que él no revelaría la información.

La mera contemplación de la hipótesis más probable dejó a Alexis sintiéndose como si toda la fuerza hubiera sido drenada de su cuerpo.

En ese momento, la puerta del camerino se abrió con un chirrido.

Al levantar la mirada, Alexis se encontró con Leonel. Cuando sus miradas se cruzaron, Leonel habló en voz baja. «Deja estas tareas a la señora de la limpieza. Estás embarazada y no queremos que te canses».

Tras un prolongado silencio, Alexis esbozó una sonrisa.

Preguntó: «Leonel, ¿quieres quedarte con esta camisa?».

La vista de la camisa dejó a Leonel momentáneamente desconcertado.

Se hizo el silencio y se abstuvo de responder.

Alexis, fijando su mirada en la marca rosa, se abstuvo de seguir preguntando. En cambio, murmuró: «Está manchada. ¿Debo deshacerme de ella?»

«Claro», respondió Leonel con una sutil sonrisa.

Alexis tiró la camisa a la papelera y continuó con otras tareas, tratando su reciente discusión como una mera trivialidad.

Leonel la observó en silencio.

Finalmente, se acercó a ella y la levantó suavemente. «Tómate un descanso.

No te esfuerces demasiado, sobre todo teniendo en cuenta tu embarazo».

Sin oponer resistencia, Alexis permitió que la llevara al dormitorio.

La colocó al borde de la cama y pareció que tenía ganas de besarla, pero se abstuvo.

Alexis lo miró fijamente.

En un tono ronco, Leonel le acarició tiernamente la mejilla. «Descansa un poco».

Tengo algunos asuntos que atender».

Tras una prolongada pausa, Alexis comentó suavemente: «Últimamente estás muy ocupado. ¿Piensas arreglarlo todo antes de la boda?».

Leonel permaneció en silencio, optando en su lugar por pasarle los dedos por el pelo.

«Continúa con tus tareas», susurró Alexis.

Apartando el edredón, se acomodó y desvió la mirada hacia el lado opuesto de la cama. «Leonel, ¿podrías apagar la luz? Hay demasiada luz», le pidió.

Leonel se inclinó hacia ella y apagó la luz.

Observando su perfil, llamó suavemente: «Alexis».

«¿Qué pasa?»

Tras un breve silencio, Leonel se levantó sin prisas y salió del dormitorio.

En el dormitorio envuelto en la oscuridad, Alexis yacía con los ojos abiertos.

¿Cómo había podido conciliar el sueño? Durante toda la noche se entretuvo contando las horas. Leonel, por su parte, pasó un tiempo equivalente fumando cigarrillos en su estudio, reflejando la vigilia de ella mientras yacía en la cama.

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