La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 593
Capítulo 593:
La idea de casarse tenía su atractivo.
Por casualidad, Alexis recibió una invitación de una compañera de la universidad para asistir a su boda. Dada su relación amistosa, Alexis aceptó sin dudarlo.
Casualmente, su compañera le preguntó: «¿Y tú? ¿Has encontrado a tu media naranja?».
Alexis se terminó la leche.
Justo cuando se levantaba para coger el abrigo y el maletín, la repentina propuesta de Leonel la interrumpió. «Alexis, ¿qué te parece si nos casamos?».
Una expresión de estupefacción invadió a Alexis.
Lo miró fijamente, tardando un rato en recuperar la compostura. Había imaginado innumerables maneras en las que él podría proponérselo, pero ésta no era una de ellas.
Entre el desayuno y los preparativos del trabajo, su inesperada proposición de matrimonio trastocó el orden habitual de las cosas.
El anillo de diamantes que llevaba en el dedo brilló bajo la luz.
Los recuerdos afloraron: en este apartamento vivieron sus padres.
Alexis reflexionó: tal vez su madre la concibió aquí.
Ahora Leonel también le había pedido matrimonio aquí. A pesar de conocer sus propios sentimientos hacia él, Alexis dudó en pronunciar las palabras «sí, quiero» durante un largo periodo de tiempo. Parecía como si sintiera que, sin importar cómo lo articulara, su respuesta no sería lo suficientemente cuidadosa.
«¿Aún necesita tiempo para pensarlo?
Señorita Fowler, ¿hay algo en mí que no le satisface? Ya sea la apariencia, el rendimiento en la cama o cualquier otro aspecto, soy todo oídos».
Sonrojada, Alexis se mordió el labio inferior, admitiendo: «Esta noche, te lo haré saber».
Sonriendo, Leonel replicó: «Las noches no son para hablar de eso. Son para el romance y otras actividades placenteras».
Alexis arrugó la nariz, insistiendo en que hablaría con él más tarde.
Leonel la acompañó abajo, le abrió la puerta cortésmente y se ocupó de su maletín. Mientras ella se acomodaba en el coche, él se inclinó para darle un beso. En tono suave y tierno, pronunció: «Alexis, si aceptas, tendrás un marido perfecto».
Alexis, abrochándose el cinturón de seguridad, replicó con una sonrisa: «Debes de ser muy atrevido para decir algo así».
Levantando la vista hacia él, comentó: «Pero debo admitir que anoche fue realmente agradable».
La nuez de Adán de Leonel se balanceó mientras deseaba poder llevarla de vuelta al apartamento para pasar unos momentos más íntimos. Era innegable que ella lo estaba volviendo loco.
Animada, Alexis se dirigió al bufete.
Por la mañana tuvo algo de tiempo libre. Mientras jugaba al billar, las palabras de Leonel no dejaban de rondarle la cabeza.
La idea de casarse tenía su encanto.
Por casualidad, Alexis recibió una invitación de una compañera de la universidad para asistir a su boda. Dada su relación amistosa, Alexis aceptó sin dudarlo.
Casualmente, su compañera le preguntó: «¿Y tú? ¿Has encontrado a tu media naranja?».
En su círculo social, Alexis se había ganado la reputación de soltera.
Una pizca de autosatisfacción se apoderó de ella. Se aclaró la garganta y dijo: «En realidad, hace poco he empezado a salir con alguien. Nuestra relación está floreciendo y el matrimonio parece inminente».
La compañera de Alexis, al otro lado de la línea, no tardó en felicitarla.
Tras finalizar la llamada, Alexis se tocó distraídamente la cara, notando una ligera rigidez.
¿Tal vez se había reído con demasiada libertad?
Aprovechando su buen humor, Alexis decidió jugar otra ronda.
En ese momento, un golpe resonó en la puerta, anunciando la llegada de su secretaria. «Señorita Fowler, está aquí una tal señorita Flores, que dice ser una antigua compañera suya».
¿Serenidad?
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