Capítulo 572:

Al no encontrar respuesta, Alexis se limitó a fulminarlo con la mirada.

Sin embargo, Leonel la perdonó, diciendo: «Muy bien, ¿tienes hambre? Vamos a comer».

Alexis lo miró fijamente.

¿Cómo era posible que Leonel no comprendiera lo que estaba pensando? Después de sorber vino tinto con elegancia, comentó: «Señorita Fowler, creo que después de ciertas experiencias, ¡seguro que reconsiderará su opinión sobre los hombres!».

Alexis resopló: «¡Eh! ¡Como si fueras tan impresionante!».

«Tarde o temprano, ¡lo entenderás!».

Leonel albergaba su propio tormento tácito. ¿Podría revelar que se había sometido a una vasectomía y que actualmente era incapaz de llevarla a la cama?

Su novia había viajado una distancia considerable para estar con él, sólo para que él fingiera estar ocupado en el estudio.

Cuando Leonel regresó al dormitorio, el reloj se acercaba a la una de la madrugada.

Alexis ya estaba profundamente dormido.

De pie junto a la cama, se desabrochó tranquilamente la camisa, esbozó una sonrisa amarga y se acomodó a su lado. Suponiendo que estaba profundamente dormida, no esperó que pronto se acurrucara en su abrazo, preguntando suavemente: «Leonel, ¿has estado agobiado últimamente?».

Leonel le acarició tiernamente la cabeza. «¡No! ¡No pienses tanto!»

Apoyándose en su hombro, Alexis afirmó: «No pienso demasiado. Pero mientras tanto, abstente de acciones impulsivas, ¿de acuerdo?».

A Leonel se le hizo un nudo en la garganta.

Abrazando su delicada figura, la besó con ternura y asintió.

Los dos se abrazaron, durmiendo plácidamente toda la noche.

A la mañana siguiente, Leonel tenía compromisos oficiales. Pidió a Alexis que se quedara unos días en Heron.

Ella aceptó tras considerarlo detenidamente.

Siendo alguien que no se aferra y comprendiendo que él realmente tenía responsabilidades que atender, ella optó por explorar Heron de forma independiente.

Afortunadamente, tenía numerosos amigos en la zona, lo que le brindó la oportunidad de reconectar tomando un café.

Por la tarde, tras una salida a la ópera con una amiga, se despidieron.

Al regresar al hotel, Alexis planeó darse una ducha debido al abrumador olor a perfume que había en el teatro, en particular el de dos extranjeros que parecían haberse aplicado liberalmente medio frasco cada uno, casi asfixiándola.

Al llegar al vestíbulo del hotel, se sorprendió al ver a alguien sentado allí: ¡Darwin!

Parecía agotado, como si no hubiera dormido en toda la noche, y sus ojos, al mirar a Alexis, estaban inyectados en sangre.

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