Capítulo 560:

Waylen palmeó el hombro de Leonel y dijo: «Está bien. Tienen algo de qué hablar. Bajemos a cenar primero».

Mientras se dirigían escaleras abajo, pasaron por casualidad por el dormitorio de Alexis.

Leonel pudo oír la voz de Rena a través de la puerta. Con ella había otra chica cuya voz sonaba nítida y clara. Normalmente, Leonel no sentiría nada. Pero en aquel momento, su cuerpo ardía.

Su cara estaba roja y se sentía como si estuviera ardiendo.

Después de que los dos hombres cenaron, Waylen procedió a ocuparse de los negocios mientras Leonel terminaba su tarea.

Todo el tiempo, Leonel estuvo escuchando el sonido del piso de arriba. A pesar de lo que oía, se dio cuenta de que Alexis aún no había bajado.

A las diez de la noche, Leonel no pudo evitar subir.

Llamó a la puerta y esperó a que ella respondiera.

Incluso antes de abrirla, Alexis ya sabía que era Leonel. Mordisqueó el capuchón del bolígrafo y le dejó pasar. Cuando Leonel abrió la puerta, se encontró con Alexis haciendo los deberes en el escritorio.

Ya se había cambiado de ropa, una prenda de salón de color blanco puro.

Su largo cabello castaño le caía por la cintura como una magnífica cascada.

Bajo la luz, su rostro resplandecía, lo que acentuaba aún más su belleza natural.

En ese momento, el corazón de Leonel latía con fuerza contra su pecho, pero su expresión facial no delataba lo que sentía en su interior.

Se apoyó en el escritorio rosa de Alexis y le preguntó: «¿Por qué no has bajado a cenar?».

Alexis, que estaba ocupada leyendo, contestó sin levantar la vista: «No tengo apetito».

«Pero igual tienes que comer», la instó Leonel.

De repente, le tiró suavemente del pelo y le preguntó: «¿Qué quieres comer? Lo que sea, te lo prepararé».

Alexis miró a Leonel y ladeó ligeramente la cabeza. «¿Sabes cocinar?»

Leonel entrecerró los ojos mirándola largo rato antes de contestar: «Hay muchas cosas que sé hacer. Hay muchas cosas que no sabes».

Al oír esto, una pequeña sonrisa se formó en el rostro de Alexis.

Leonel no bajó de inmediato. En lugar de eso, se quedó un rato mirando fijamente a Alexis. Cuando parecía que se había quedado más de la cuenta, Alexis le dio una patada y le dijo: «¿No me vas a cocinar algo? ¿Por qué te quedas mirándome?».

Leonel dejó escapar una pequeña risita antes de dirigirse escaleras abajo.

Quince minutos después, subió cargando una bandeja con un tazón de fideos.

Había dos huevos escalfados y varias verduras en la sopa, y tenía un aspecto delicioso.

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