Capítulo 2167:

«Así que decidí venir a recogerte. ¿Te gustaría cenar fuera, o deberíamos ir a casa a comer?»

Antes de que Elva pudiera responder, Luis volvió a intervenir: «¿Sabes qué? Vamos a cenar a casa. Seguro que los restaurantes están llenos ahora mismo».

Elva asintió y continuó desmaquillándose a un ritmo pausado.

Sin maquillaje, parecía incluso más joven que su edad real.

Tal vez se debiera a que su familia la había mimado desde niña; Elva no poseía el aire mundano típico de quienes trabajan en la industria del entretenimiento.

Pero eso no significaba que Elva fuera ingenua.

Luis nunca fue de los que aparecen de improviso.

Siempre programaba sus reuniones con antelación.

No era normal que apareciera así.

Últimamente se llevaban bastante bien, pero aun así, las visitas repentinas no eran lo habitual en él.

Sospechaba que Luis estaba luchando con algo interno, aunque prefirió no llamarle la atención.

Justo después de limpiarse el maquillaje e intentar cambiarse de ropa, la maquilladora y la ayudante salieron en silencio, dejando atrás a Luis.

Elva se apoyó despreocupadamente en el tocador y lo miró, dejando ver parcialmente sus largas piernas bajo la bata.

Luego se dirigió a Luis: «Sabes, cuando algunas mujeres se casan, ni siquiera cierran la puerta del baño alrededor de sus maridos. Pero Luis, yo no soy una de esas mujeres, y no olvidemos que ni siquiera estamos casados».

Estaba claro que le estaba incitando a marcharse.

Pero al oír sus palabras, Luis soltó una leve risita.

En lugar de marcharse, se acercó y la abrazó suavemente, inclinándose luego para besarla.

Mientras lo hacía, su mano se deslizó sigilosamente bajo su bata…

La verdad es que Luis tenía un encanto y una facilidad de palabra que hacían casi imposible que una mujer se resistiera a su encanto.

Elva no era diferente, pero no se dejó llevar por la mera atracción.

Intuyó que algo molestaba a Luis, así que levantó la cabeza y preguntó suavemente: «¿Qué te pasa, Luis?».

Luis hizo una pausa, su vacilación palpable, antes de compartir que Holley le había pedido que hiciera algo con lo que no se sentía cómodo.

Temía las consecuencias si Holley decidía acudir a los medios.

Sus ojos se clavaron en los de Elva mientras continuaba: «Si las cosas se tuercen, puede que tengamos que cancelar la boda. No quiero que te veas arrastrada a este lío».

Elva se quedó sorprendida.

No era difícil adivinar el tipo de secretos que Holley podría soltar.

La idea le produjo un escalofrío.

Recuperando rápidamente la compostura, miró a Luis y le dijo: «¿Así que has venido a ponerme a prueba?».

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