Capítulo 2128:

Gracias a este ridículo programa de televisión, no había comido hasta ahora.

La comida apenas bastaba para saciar su hambre.

Al darse cuenta, Elva transfirió en silencio parte de su comida al plato de él.

Atónito, Luis preguntó: «¿Comes tan poco?».

Elva bajó la cabeza, comiendo con gracia.

Después de un rato, dijo en voz baja: «Después de comer, lavarás los platos y limpiarás la cocina. Por cierto, hay un olor raro en las mantas y las sábanas. Creo que puede haber bichos».

A Luis le hizo gracia, pensando que Elva era realmente una niña mimada.

Mientras terminaba lentamente su comida, preguntó: «Aquí sólo hay una cama. ¿La compartimos?»

Sin perder un segundo, Elva respondió: «Dormirás en el sofá, ¡y te daré una manta! Si tienes alguna objeción, eres libre de hacer tus comidas durante los próximos días».

Luis se rió a carcajadas.

¡Elva conocía su punto débil!

Al final, ¡aceptó!

Aquella tarde, Elva tomó el sol en el patio mientras Luis se afanaba en limpiar las habitaciones.

Después de airear las mantas, limpió el cuarto de baño y descubrió algo: ¡no había agua caliente para ducharse!

Para él no era gran cosa, pero se preguntaba si la delicada Elva podría soportarlo.

Pensar en su posible reacción le divierte.

Tras terminar las tareas, se dio una ducha fría y salió del baño con una toalla alrededor de la cintura, con el agua aún goteándole del pelo.

Elva, que estaba desempaquetando sus cosas, se sobresaltó con su repentina aparición.

Continuó su tarea, diciendo con indiferencia: «¡Sr. Méndez, por favor, póngase algo de ropa antes de entrar en la habitación de otra persona!».

Luis encendió un cigarrillo y contestó con una sonrisa malvada: «No veo por qué tanto alboroto. ¿Tienes miedo de que haga algo?».

Elva le ignoró, concentrándose en deshacer el equipaje.

Había traído un montón de vestidos bonitos y pijamas sexys, que llamaron la atención de Luis.

No pudo evitar preguntarse si se las habría puesto delante de otros hombres si no estuvieran en este programa.

Sólo de pensarlo se sentía extrañamente posesivo.

Se acercó, tocó suavemente la ropa y dijo con amargura: «Nunca pensé que fueras tan despreocupada. ¿Planeas llevar esto en un reality show? ¿O sólo ansias una aventura de una noche con desconocidos?».

Elva respondió con sarcasmo: «¡Tienes razón! Por eso estoy aquí. Pero no te preocupes. Ya no me interesas».

Sacó un pijama de su maleta y dijo: «¡Quítate de en medio! Voy a ducharme».

Luis sabía que no había agua caliente.

Elva era una persona muy delicada.

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