Capítulo 2037:

Gil permaneció con ellos hasta que concluyó la operación.

Mientras tanto, Mark permaneció sentado en silencio en el banco todo el tiempo.

No habló, y Gil tampoco.

Después de esperar un buen rato, Cecilia llevó a Brantley a comer algo.

Cuando regresaron, el ambiente se había vuelto tenso.

Durante la operación, Elissa había perdido una gran cantidad de sangre y las pinzas hemostáticas no fueron eficaces.

Además, el hospital se estaba quedando sin su grupo sanguíneo.

Todos empezaron a preocuparse por Elissa.

Gil hizo todo lo posible por encontrar el suministro de sangre adecuado, pero era difícil conseguirlo con poca antelación.

Mark se puso las gafas de leer e hizo otra llamada.

Al cabo de un momento, se respondió a la llamada.

Habló con urgencia: «¡Necesito sangre del tipo O! Envía a alguien para que me la entregue inmediatamente. Te enviaré la dirección. Es muy urgente. Asegúrate de que llegue bien».

Tras decir esto, Mark terminó la llamada.

Gil había oído hablar del departamento de obstetricia; su familia también.

Al oír la conversación, comprendió que Mark hablaba con alguien influyente para conseguir el suministro de emergencia, al que la gente corriente no tenía acceso en absoluto.

Le dio a Rafael una palmada tranquilizadora en el hombro, diciendo: «No te preocupes. Con Mark cerca, tu mujer está en buenas manos».

Mark le dirigió una mirada y comentó: «¡Ponte a trabajar!».

Gil asintió y entró en el quirófano.

Como era experto en obstetricia y ginecología, los demás médicos se dirigían a él.

Tuvo que estabilizar el estado de Elissa y detener la hemorragia antes de que llegara la sangre de refuerzo.

Fuera del quirófano, Mark se levantó.

Al acercarse a Rafael, notó que el joven temblaba de preocupación.

A Mark le entristecía ver a Rafael así, le recordaba al padre de Rafael.

Pero Mark no dijo nada al respecto.

Se limitó a darle una palmadita en el hombro a Raphael, tranquilizándolo: «¡Todo irá bien! Elissa es una mujer maravillosa. Dios la bendecirá».

Cecilia también tranquilizó a Brantley.

Percibió el miedo del chico y le aseguró que, con Mark cerca, Elissa y su bebé estarían bien.

Al ver el respeto de todos hacia Mark, Brantley creyó en las palabras de Cecilia.

Al poco tiempo, el plasma llegó al hospital.

Los médicos y las enfermeras entraban y salían del quirófano.

A pesar de la peligrosa situación, parecía que mientras Mark estuviera allí, no había por qué preocuparse.

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