Capítulo 2008:

El día anterior había llovido, pero ahora el sol brillaba con fuerza y las flores florecían en el jardín de la mansión Palmer.

Pero nadie podría decir quién sería el que apreciaría estas flores en el futuro.

Después de salir de la mansión, Elissa fue a esperar en el coche de Raphael.

Como estaba embarazada, siempre se quedaba en el asiento trasero.

Brantley estaba sentado a su lado.

Siguiendo las instrucciones, se abrochó el cinturón de seguridad y no dejaba de mirarla de vez en cuando.

Él y su madre ya habían ido antes a escondidas a la mansión Palmer; fue entonces cuando vio a Elissa por primera vez, y le pareció que era muy guapa.

Como su madre ya no estaba, Brantley había llegado a la conclusión de que Elissa era la única familia que le quedaba, así que le tendió la mano tímidamente.

Elissa se sorprendió por el repentino contacto y no pudo evitar maldecir en su interior.

¡Maldita sea! ¿Nunca me dejarás en paz?

¡Qué criatura tan pegajosa!

Pero a pesar de que su rostro mostraba tanta reticencia, no le quitó la mano de encima.

Para entonces, Rafael ya había subido al coche.

Les echó un rápido vistazo por el retrovisor y sonrió débilmente.

«Bueno, no tienes equipaje, así que primero tenemos que conseguirte algo de ropa», le dijo a Brantley.

«Afortunadamente, tengo algo de dinero reservado para ti de la cantidad que le quedaba a tu padre».

«¿De verdad? ¿Cuánto guardas?» preguntó Elissa con curiosidad.

«Bueno», se encogió de hombros Rafael, «por ahora, he guardado cincuenta millones de dólares para un día lluvioso. Necesitamos dinero para su ropa, su comida y sus estudios. Más adelante, formará su propia familia e incluso comprará una casa cuando conozca a la chica de sus sueños. Todas estas cosas costarían una fortuna».

Elissa sabía perfectamente que Rafael tenía buenas intenciones.

Crear una empresa no era tarea fácil, y quizá no pudiera alcanzar fácilmente sus objetivos.

Pero, por su parte, no quería que Elissa y su hijo se preocuparan por cómo conseguirían el dinero para cuidar de esta nueva incorporación.

Sólo cubriría los gastos con el dinero de Yousef.

Elissa se lo pensó un momento antes de comprender por fin a qué se refería Raphael.

Había pasado por muchas cosas tras el fallecimiento de su madre.

Pero afortunadamente para ella, se casó con un hombre considerado como Rafael.

«Oye, ¿es por las penurias que pasaste de niño por lo que te has hecho tan fuerte?», le preguntó.

«Sí, tienes razón», coincidió Rafael mientras arrancaba el coche.

«A menos que creas que nací para ser un rico dominante».

«Sí que eres dominante», espetó Elissa, riendo entre dientes.

Mientras charlaban entre ellos, no prestaron atención a Brantley.

Pero el niño escuchaba atentamente su conversación.

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