La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1995
Capítulo 1995:
Al final, fueron juntos al supermercado.
Las plantas verdes se alineaban a los lados de la carretera.
Caminaban uno al lado del otro.
Al cabo de un rato, Raphael sujetó suavemente la cintura de Elissa, dejando que se apoyara en él.
Sintió un profundo remordimiento por ella.
Con una leve sonrisa, Elissa se volvió hacia él y le dijo: «¡No te preocupes, estoy bien! Es normal que una pareja se apoye mutuamente. Si otras personas pueden vivir así, ¡yo también!».
Al oír eso, Rafael se calló.
Juntos eligieron verduras, carne y leche.
Aunque sus finanzas eran más ajustadas que antes, Rafael estaba decidido a cuidar de Elissa, especialmente durante su embarazo.
Además de los artículos de primera necesidad, también recorrieron los pasillos en busca de ropa de cama adecuada.
Al final, Elissa encontró algo en la sección de ropa blanca.
Rafael echó un vistazo a la ropa de cama y comentó: «¿No crees que el estampado es demasiado cursi?».
Pero Elissa respondió alegremente: «¿Estás de broma? Me parece adorable».
Luego le miró, buscando su aprobación.
Bajo su mirada, el corazón de Rafael dio un vuelco.
Se inclinó hacia ella, le besó la mejilla y le dijo suavemente: «De acuerdo, lo aceptaremos; ¡siempre que te haga feliz!».
Elissa respondió con voz suave: «¡Me gustaría comprar algunas cosas más! Pero prometo no malgastar el dinero en cosas inútiles».
Con una leve sonrisa, Rafael le pasó el brazo por el hombro y le dijo juguetonamente: «¡Niña tonta!».
Rafael creía que era una mujer maravillosa que no se merecía menos.
A Elissa se le llenaron los ojos de lágrimas en cuanto escuchó las palabras de Raphael.
Fue al dormitorio e hizo la cama.
Colocó un delicado jarrón en la mesilla de noche.
Aunque ahora estaba vacía, la llenó de agua, recordando que Rafael había dicho que recogería rosas para ella cuando tuviera tiempo.
La habitación era pequeña pero acogedora.
Entonces oyó ruidos procedentes de la cocina e incluso olió la comida.
No queriendo perturbar su descanso, Rafael cerró cuidadosamente la puerta del dormitorio.
Pero Elissa no se durmió enseguida.
Tumbada en la cama, escuchó los ruidos de la cocina.
De hecho, no le importaba en absoluto el ruido.
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