La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1949
Capítulo 1949:
Mientras tanto, se sentía increíblemente afortunado.
Laura dormitaba ligeramente.
Tal vez agitada por su mirada, se despertó y buscó a Edwin.
Vestida con su camisón, se lanzó a su abrazo.
Edwin la rodeó suavemente con los brazos y apoyó la barbilla en su pelo.
«¿Por qué no estás dormida?», murmuró.
Laura, sin embargo, permaneció en silencio.
Acurrucada contra el pecho de Edwin, sintió una profunda sensación de seguridad.
A decir verdad, nunca había albergado grandes ambiciones.
Casarse con Edwin había sido su sueño, uno que ya se había hecho realidad.
Después de un rato, susurró: «¿Crees que Olivia y Dylan arreglarán las cosas?».
La voz de Edwin era suave y tranquilizadora cuando respondió: «No estoy seguro. ¿Y tú, Laura? ¿Quieres que acaben juntos?».
Al principio vacilante, temiendo la reacción de Edwin, Laura se quedó callada.
Edwin bajó la cabeza y la besó profundamente, luego susurró: «Dime lo que piensas de verdad. Te prometo que no me enfadaré».
Finalmente, Laura pronunció en voz baja: «Si Dylan deja de hacer daño a Olivia, de verdad que me gustaría que se reconciliaran. Edwin, quiero a Olivia y quiero que esté con alguien a quien quiera y que también la quiera».
Edwin no respondió verbalmente.
En lugar de eso, se limitó a acercarla y pasaron juntos una noche deliciosa.
En el hospital, Olivia se despertó a las tres de la madrugada.
Lo primero que hizo fue llevarse la mano al bajo vientre…
Todavía podía sentir la sensación, confirmando que su bebé estaba a salvo por ahora.
Olivia luchaba por contener sus emociones, pero las lágrimas caían inevitablemente por su rostro, dejando su nariz teñida de rojo.
Cuando se despertó, Dylan ya estaba allí, con voz preocupada.
«¿Sientes dolor? El médico ha conseguido estabilizar al bebé de momento, pero tienes que quedarte en el hospital un mes para estar segura».
Sus lágrimas seguían cayendo, mojando la almohada blanca que tenía debajo.
Dylan besó suavemente las lágrimas de sus mejillas, con ternura.
Comprendiendo la agitación que sentía en su interior, le dijo con seriedad: «Que me perdones o no, ahora mismo no importa. Seguiré intentando arreglar las cosas hasta que sientas que puedes perdonarme. Haré lo que haga falta, Olivia. Por favor, no llores. No es bueno para tu salud».
Pero sus palabras sólo hicieron que Olivia llorara más intensamente.
Su dolor era desgarrador.
Dylan sabía que no debía aprovecharse de su momento de vulnerabilidad, pero se encontró presionando suavemente sus labios contra los de ella.
Su beso fue tierno, desprovisto de cualquier deseo subyacente.
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