Capítulo 1924:

Dylan fue persistente, su voz áspera por la emoción.

«Es Gina.

No estaba enferma; falsificó el informe de la prueba.

Olivia, lo siento mucho.

Lo siento mucho».

Reconoció que las disculpas no podían deshacer la traición.

Quería arreglar las cosas, cuidar de ella, pero Olivia estaba decidida.

Ella le miró con calma y declaró: «Será la última vez que hables de esto.

¡Abortaré al niño!»

Dylan tembló y se agarró a la pared para no derrumbarse.

Tras un largo y pesado silencio, consiguió preguntar con voz tensa: «Tú…

¿Has abortado?»

Olivia esbozó una leve sonrisa, con su determinación clara.

Se encontró directamente con la mirada de Dylan y declaró: «¡He abortado! Ya no tienes que preocuparte de si eres el padre o de si te he sido infiel.

Ahora, podemos separarnos limpiamente».

Con una sonrisa serena, añadió: «En realidad es mejor para los dos».

«¡Olivia!» La palabra escapó de los labios de Dylan, llena de un sabor amargo.

Fue incapaz de aceptar sus palabras.

Durante los últimos diez días, se había imaginado a menudo su próximo encuentro: tal vez ella se pondría furiosa, tal vez incluso le abofetearía.

Sin embargo, nunca previó que ella interrumpiría el embarazo.

Por un momento, se quedó sin habla.

Ansiaba preguntarle por qué, pero sabía que había perdido ese derecho al dudar de su fidelidad y de la paternidad del niño.

Perdido en sus pensamientos, vio cómo Olivia se escabullía hacia el ascensor.

No hizo ningún movimiento para seguirla.

En lugar de eso, se quedó en silencio, mirando cómo se cerraban las puertas del ascensor y subían los números del panel.

Un entumecimiento se extendió por su corazón, y permaneció congelado en estado de shock.

Había interrumpido el embarazo.

Su hijo había desaparecido.

Abrumado, Dylan se cubrió la cara con las manos y empezó a llorar, ajeno a las miradas curiosas de los transeúntes.

Pasó el resto del día en su coche, aparcado frente a su despacho, esperando a que Olivia saliera.

El cenicero rebosaba de colillas porque fumaba sin cesar.

Pero al caer la tarde, no había ni rastro de ella.

Finalmente, al salir de su coche, se acercó a los guardias de seguridad y se enteró de que ella había salido por la puerta trasera.

No tenía ningún deseo de verle.

Entonces Dylan condujo hasta su casa.

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