La segunda oportunidad en el amor
Capítulo 1882

Capítulo 1882:

«No nos mencionaste eso ni a mi mamá ni a mí», dijo. «No creo que esto vaya a funcionar».

Ella se preparó para irse. Pero al hombre le gustaba de verdad, así que dudó un momento. Extendió la mano para detenerla y dijo: «Supongo que podríamos arreglárnoslas con dos niños… Olivia, creo…».

Pero no llegó a terminar porque Dylan apareció de la nada. Estaba claro que se trataba de una cita a ciegas: el lugar tenía escrito «romántico» por todas partes.

«Vamos», dijo Dylan, intentando sonar tranquilo mientras miraba fijamente a Olivia.

Olivia levantó la vista y lo miró. Olivia tenía los ojos un poco llorosos, pero mantuvo la calma. Después de todo, no había hecho nada malo. Su cita a ciegas se quedó allí, observando la escena en silencio. Al final, no dijo ni una palabra. Pagó la cuenta y se marchó sin armar jaleo.

Cuando el hombre se marchó, Dylan se sentó a la mesa. Miró fijamente a Olivia y le preguntó con voz suave: «¿Era una cita a ciegas?».

Olivia le miró fijamente. Después de un momento, asintió y dijo con frialdad: «Sí, lo fue. Parece un buen tipo».

Dylan apretó los puños y los nudillos se le pusieron blancos. Intentó mantener la calma. Luego se levantó, agarró la muñeca de Olivia y dijo: «¡Vámonos de aquí!».

Olivia pensó que tal vez era el momento de hablar. Se zafó de su agarre y contestó: «¡Bien!».

Ninguno de los dos quería montar una escena en público, así que no discutieron en la cafetería. Subieron al coche de Dylan, que miró a Olivia antes de pisar el acelerador. Cuando el coche se detuvo, Olivia se dio cuenta de que estaban en aquel viejo edificio de apartamentos. El lugar al que solían llamar hogar.

Desde el asiento del copiloto, dijo rotundamente: «No quiero volver a entrar en ese apartamento. Podemos hablar aquí».

Pero Dylan ya se estaba desabrochando el cinturón y saliendo del coche. Olivia no iba a seguirle el juego, pero Dylan la agarró de la muñeca y tiró de ella hacia el edificio de todos modos. En la puerta, Dylan metió la mano bajo el felpudo para coger la llave oculta. Cuando Dylan abrió la puerta, Olivia vio que todo estaba igual que lo recordaba, excepto que estaba cubierto de polvo.

Pero no había tiempo para la nostalgia. Al segundo siguiente, Dylan empujó a Olivia contra la puerta y la besó como si tuviera algo que demostrar. Olivia se resistió, pero Dylan la agarró por la barbilla, obligándola a aceptar su beso. Mantuvo el beso durante mucho tiempo, pero Olivia permaneció fría e inmóvil.

Finalmente, Dylan se detuvo para recuperar el aliento y apoyó la frente en el hombro de Olivia. Luego levantó la mirada y dijo, con voz ronca: «Puedo explicártelo, Olivia. No hay nada entre Gina y yo. ¿Por qué no me lo has preguntado?».

«¿Preguntarte sobre qué?» respondió Olivia con una sonrisa amarga, apoyándose de nuevo contra la puerta.

«Dylan, ¡dijiste que estarías fuera cinco días cuando te fuiste! Pero estuviste fuera casi dos meses. No sólo consolabas al padre de Gina, sino que cuidabas de ella, emocional y físicamente.

¿Por qué no puedo tener una cita a ciegas si tú puedes irte a cuidar a una desconocida? ¿Qué? Dime, ¿cuál es la relación entre tú y yo? Si todavía te importo, ¿por qué estarías al lado de Gina y nos dejarías colgadas a Leyla y a mí durante casi dos meses?».

Dylan la miró a los ojos y dijo rotundamente: «Porque a Gina no le queda mucho tiempo».

El cáncer se le ha extendido al cerebro. Puede que sólo le queden tres o cuatro meses, quizá menos. Lo siento, Olivia».

Los ojos de Olivia se llenaron de lágrimas, pero las contuvo, negándose a llorar. En lugar de eso, esbozó una débil sonrisa y dijo: «Así que vas a volver con ella, ¿eh? Piensas quedarte a su lado porque se está muriendo, ¿verdad?».

Dylan no discutió.

Olivia levantó la mano y le dio una bofetada. «¡Eres un imbécil, Dylan! Te quedaste al lado de otra mujer, y aun así me pediste que te esperara, dijiste que formaríamos una familia juntos. ¿Sabes una cosa? Me merezco algo mejor».

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