La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1873
Capítulo 1873:
Este era el chalet de Edwin, y ella sabía que Edwin y Laura estaban sin duda dentro. Olivia quería que no la vieran con Dylan, pero él se acercó a ella, con pasos deliberados.
Le puso la chaqueta sobre los hombros, con ojos tiernos, mientras murmuraba: «Entiendo que es tarde y Leyla ya debe de estar dormida. No la despertaré, lo prometo. Sólo quiero verla».
Olivia permaneció inmóvil. Con el brazo alrededor del hombro, Dylan guió a Olivia al interior de la casa.
Una criada se encontraba en el pasillo y, al ver a Olivia y a Dylan, se levantó de inmediato para saludarlos. Sin embargo, no pudo evitar sentirse inquieta al verlos juntos.
Olivia simplemente preguntó en voz baja: «¿Se ha ido Leyla a la cama?».
La criada asintió obedientemente. «Sí, se ha ido. La niñera acaba de bajar el biberón de la señorita Leyla y ha confirmado que está profundamente dormida».
Satisfecha, Olivia asintió. Encogiéndose de hombros, subió las escaleras sin decir palabra a Dylan. Ignorando la mirada del criado, Dylan siguió a Olivia escaleras arriba. Juntos subieron al segundo piso. Olivia susurró: «Asegúrate de no molestarla».
Con una mirada significativa, transmitió sus expectativas a Dylan. Él entendió lo que quería decir: si no lo hacía, perdería la oportunidad de volver a ver a la niña. Asintió con la cabeza.
La habitación de la niñera estaba junto a la de Leyla. Sorprendida por el ruido, se apresuró a comprobar qué ocurría. Tras saludar a la niñera con una inclinación de cabeza, Olivia condujo a Dylan a la habitación de la niña. A pesar de la sorpresa de la niñera ante la presencia de Dylan, siguió las instrucciones de Olivia.
Bañada por el suave resplandor de la luz de la luna, Leyla yacía serenamente en su cama rosa de princesa. Aunque Leyla tenía casi dos años, seguía teniendo la costumbre de quitarse la manta de encima mientras dormía. Por suerte, el aire de la noche no era frío. Leyla estaba tumbada en la cama, vestida con su precioso body.
Dylan la miraba con ternura y nostalgia, su inocencia le recordaba la primera vez que conoció a Olivia. Por aquel entonces, Olivia desprendía una inocencia parecida a la de la niña, pero ahora lucía un aura más refinada y femenina, aunque con una ligera pérdida de peso.
Incapaz de resistirse, Dylan se inclinó y besó la barriga de Leyla a través de la tela, con el leve aroma a leche tocándole la fibra sensible. Sin que Dylan lo supiera, sus ojos reflejaban su dulzura innata en aquel momento. Lamentó no haber pasado más tiempo con la niña. Le maravillaba lo adorable que era, sobre todo a su tierna edad.
Leyla, que normalmente dormía profundamente, pareció notar algo y se despertó bruscamente. Se dio la vuelta grogui y fijó la mirada en Dylan.
La confusión nubló la expresión de la niña. Entonces, extendió su mano regordeta para tocar la cara de Dylan. Con asombro, examinó atentamente los rasgos de Dylan. Aún aturdida, la niña murmuró: «Papá».
Al instante, a Dylan se le llenaron los ojos de lágrimas y sintió que se le hacía un nudo en la garganta. La proximidad de la niña le cogió desprevenido y alargó la mano para tocarle la cara. No podía creer que hubiera abandonado a aquella niña. Medio arrodillado en el suelo, Dylan envolvió a Leyla en un suave abrazo, embargado por la emoción.
Leyla soltó una risita soñadora, eructó suavemente y se quedó dormida. Reacio a separarse de la niña, Dylan se inclinó más hacia ella como si intentara enmendar su ausencia de los dos últimos años.
Durante toda la conmovedora escena, Olivia observó en silencio, sus emociones tumultuosas. Finalmente, no pudo contener más sus sentimientos. Salió corriendo al pasillo y levantó la cabeza para evitar que se le saltaran las lágrimas. En ese momento, su corazón se hinchó con una miríada de emociones contradictorias.
La escena reciente rezumaba calidez, pero sólo alimentaba el resentimiento de Olivia hacia Dylan. Si no hubiera probado la dulzura del amor, quizá no habría sentido su ausencia con tanta intensidad. Antes se creía la mujer más feliz del mundo con Dylan a su lado.
Pero ahora, junto a su persistente afecto, Olivia albergaba un profundo odio hacia Dylan. El amor y el odio se entrelazaban, creando una compleja red de emociones. Por eso le resultaba tan difícil volver a enamorarse de él.
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