La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1716
Capítulo 1716:
Alexis lo miró, su mirada se detuvo un momento antes de ofrecerle una sonrisa triste: «Leonel, dijiste que estás cansado, y la verdad, yo también. Tal vez lo que deseo no sea más que un deseo.
En este momento, creo que lo mejor es acatar tu decisión.
A partir de ahora, no te molestaré más.
Me abstendré de preocuparme por ti en nombre del amor.
Entiendo que sólo te agotaría. Casi olvido que estamos divorciados. Te pido disculpas. No debería haber hecho nada de eso».
Mientras Alexis hablaba, un dolor agudo golpeó su corazón.
Se agarró el pecho, una oleada de agonía la recorrió. Podía soportar las travesuras infantiles e incluso sus burlas hacia Hester porque sabía que nada de eso era real.
Pero ahora, las acciones de Leonel habían cruzado una línea.
Anteriormente, Leonel había sido herido, pero Alexis había soportado tanto dolor también.
Un rastro de tristeza apareció en sus ojos. Parpadeó suavemente y dijo: «Leonel, si pudiera elegir, ojalá hubiera sido yo la herida en aquel accidente».
Creía que si hubiera sido ella la herida, si hubiera perdido una pierna y ya no la consideraran perfecta, habría aceptado su destino con calma y perseguido el amor que deseaba con auténtica sinceridad, en lugar de apartar a los demás con tanta dureza.
Siempre había estado rodeada de amor, lo que le daba fuerzas para enfrentarse a cualquier cosa.
No entendía por qué Leonel, a pesar de recibir un amor inmenso de muchos que lo querían de verdad, optaba por aislarse de todos.
Constantemente afirmaba que había saldado todas sus deudas con ella, que estaban en paz y que su amor sólo lo agotaba.
Alexis también sentía ese agotamiento.
La primera vez que lo trajo a casa, Alexis estaba entusiasmada, pero lo único que Leonel quería era irse. Con el tiempo, se marchó y su despedida no fue más que una carta.
Aquel momento hizo que Alexis fuera dolorosamente consciente de que los sentimientos podían cambiar inesperadamente.
Ni ella ni Leonel podían eludir su destino: desde el momento en que lo acogió en su vida, sus caminos se entrelazaron.
La habitación estaba en penumbra, pero Leonel pudo ver la desesperación grabada en el rostro de Alexis. Alexis siempre había sido la encarnación de la alegría. Ver en ella una expresión tan apenada era una clara señal de que había llegado a su límite.
Hablando con voz suave, Alexis dijo: «¡Está bien! No te molestaré más. Puedes volver a la vida que elijas. Y a los niños, sé que también quieres verlos. Antes era difícil por mi culpa. A partir de ahora, no tendrás esa carga».
Hizo una pausa, ordenando sus pensamientos, y luego añadió: «A partir de ahora, sólo somos familia.
«Ah, y Noreen mencionó que tienes algunas oportunidades de rehabilitación, así que asegúrate de visitar al médico con regularidad. No dejes que mamá y papá se preocupen más por ti. Marcus, Elva y todos los demás también se preocupan por ti».
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