Capítulo 1708:

Estas palabras enfurecieron e irritaron a Leonel hasta el extremo.

Sus ojos se endurecieron y su agarre a la barandilla de la escalera se hizo tan fuerte que sus nudillos se volvieron blancos.

Hester llevaba mucho tiempo a sus órdenes.

Para ella, Leonel era un hombre encantador. Pero siempre lamentó que una de sus piernas estuviera lisiada y tal vez nunca se recuperara del todo.

Sin embargo, en ese momento, seguía sorprendida por su atractivo.

Nunca le había visto tan guapo. Era casi como si la luz de la casa le iluminara y le hiciera parecer más guapo.

Su corazón empezó a latir más deprisa y su cuerpo se tensó.

Pero Leonel bajó lentamente las escaleras y se paró frente a ella. «Sr. Douglas, ¿por qué me mira así? ¿He dicho algo malo?» preguntó Hester con voz temblorosa.

Sentía un fuerte deseo por Leonel. Ya no le importaba que fuera minusválido. Al fin y al cabo, era increíblemente guapo.

Pero ahora se comportaba de forma extraña y eso la preocupaba.

«Señorita Molina, probablemente se ha olvidado de sí misma», dijo Leonel con sorna. «El contrato establece claramente que usted vive como miembro del personal, pero ¿qué está haciendo ahora mismo? ¿Cómo puede estar sentada en mi salón, comiendo bocadillos en pijama? ¿Intentas actuar como si mi casa fuera la tuya o algo así?».

La cara de Hester se puso roja al oír esto, y rápidamente salió en su propia defensa.

«Bueno, es que me pareció que nadie usaba la sala de estar aquí. Además, esa habitación individual del dormitorio es demasiado pequeña para mí…».

Pero Leonel no se inmutó y se limitó a replicar: «Eres una empleada cualquiera, no un miembro de la familia».

Hester quiso replicar, pero cuando abría la boca para hablar, Leonel levantó la mano para silenciarla. «¡Estás despedida!», dijo en tono decidido.

Hester se sobresaltó. «Señor Douglas, ¿me está… me está echando porque me he presentado en su salón?», preguntó incrédula.

«Te despido porque te has pasado de la raya», dijo Leonel sin rodeos.

En ese momento entró uno de los criados, que había oído la discusión. Leonel ordenó al criado: «La señorita Molina ha sido despedida. Llama a Noreen para que venga a ocuparse de ella. Ah, y asegúrate de revisar bien su maleta antes de que se vaya».

Hester se sintió insultada y replicó furiosa: «¿Qué se supone que significa eso? ¿Crees que soy una ladrona?».

«¡Sí!» dijo Leonel sin rodeos, con una mirada significativa a los bocadillos de la mesa.

Luego se dio la vuelta y se marchó.

Hester permaneció en el salón, llena de rabia impotente. Se había vestido de forma seductora y se había quedado en el salón, con la esperanza de que Leonel se fijara en ella. Pero en lugar de eso, acabó despidiéndola.

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