Capítulo 1703:

Sin sus antiguas capacidades físicas y, lo que era peor, sin que Alexis sintiera nada por él, ni siquiera podían intimar como una pareja normal. Dudaba de la longevidad de una relación basada meramente en la simpatía y la obligación percibida.

Noreen esperó pacientemente, pero Leonel se mantuvo firme en su decisión.

Sin más remedio, accedió a sus peticiones.

Antes de que Alexis se mudara a su casa el sábado, Leonel había desalojado la villa un día antes. Estaba lloviendo cuando se apresuró a salir de la casa.

Según Marcus, Leonel huyó como un perro callejero.

Marcus y Edwin observaron el espectáculo desde la distancia.

Cuando llegó la limusina de la familia Fowler, Evelyn y Daniel entraron corriendo en la casa y fueron directos a sus antiguas habitaciones. Tras ayudar a Cordelia a levantarse de su asiento, Alexis preguntó: «¿Dónde está Leonel?».

El criado, sorprendido, dudó en responder.

Al notar la incomodidad del criado, Alexis esbozó una leve sonrisa, deduciendo que Leonel había huido para evitarla.

Después de acomodar a los niños, confió a Cordelia a la niñera. Luego llamó a Noreen para averiguar el paradero de Leonel. Noreen, que aún esperaba una reconciliación, insinuó sutilmente dónde podría estar.

Alexis se dio cuenta inmediatamente.

Con una ligera sonrisa, envió un mensaje a Leonel: «Prepárate. Te recogeré más tarde».

Cuando Alexis llegó a casa de Leonel, ya era de noche.

El cielo estaba nublado, con una ligera llovizna que hacía que todo estuviera húmedo y un poco brumoso. Le daba a la villa un aire de ensueño.

La casa era enorme. Para su sorpresa, el portero supo quién era y abrió la puerta sin dudarlo. Incluso le hizo un discreto gesto con el pulgar hacia arriba, lo que sugería que llevaba tiempo allí.

Alexis sonrió y le saludó con la cabeza mientras pasaba junto a una fuente y aparcaba el coche.

Había estado lloviendo todo el día.

No era tiempo para visitas sociales ni para engatusar a nadie, pero Alexis fue a recoger a Leonel de todos modos.

Sabía que a él no le haría mucha gracia, pero tenía que demostrarle que le seguía importando.

En cuanto salió del coche, la lluvia la empapó porque no había traído el paraguas. Un criado se apresuró con uno y le dijo: «Sra. Douglas, quizá debería irse».

Mirando hacia la villa, el criado añadió en voz baja: «La señorita Molina está aquí».

La señorita Molina…

Al oír que el criado la mencionaba, Alexis no se sorprendió. Pero le molestó un poco. En otros tiempos, podría haberse marchado sin más.

Pero ahora, incluso con otras mujeres como Hester a su alrededor, no iba a dejar que se interpusieran en su camino.

Esbozó una leve sonrisa y preguntó: «¿Dónde está Leonel?».

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