La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1695
Capítulo 1695:
A estas alturas, los músculos faciales de Leonel prácticamente vibraban.
De repente, comenzó a desnudarla bruscamente, tratándola como si fuera la emoción barata que había contratado para la noche.
Sin embargo, Alexis no se fue.
Después de quitarle la ropa y dejar al descubierto su cuerpo perfecto, se desabrochó el cinturón y se bajó los pantalones. Por primera vez desde el accidente, no le importaba exponer sus cicatrices a otra persona.
A pesar de todo el tiempo que había pasado desde el accidente, las cicatrices seguían teniendo un aspecto impactante.
No parecía haber ninguna parte buena en su muslo izquierdo, y la carne parecía haber sido cosida.
Al verlo, a Alexis le entraron ganas de llorar.
Leonel le pellizcó la barbilla y le besó los labios. «¿Se ve horrible?», preguntó. «Apenas puedo caminar con él. A menudo me llaman lisiado cuando camino por la calle. Ahora tampoco tengo tanta fuerza. Si quieres que tengamos sexo, tendrás que esforzarte. Si montas a un hombre con una pierna tan inútil como ésta, ¿de verdad crees que sentirás algún placer?».
Pero Alexis permaneció callada como siempre.
Aunque la había desnudado, ninguno de los dos sentía deseos de ir más allá. Estaban envueltos en una profunda tristeza.
Las lágrimas en los ojos de Alexis crecían en volumen.
Había pensado que su odio hacia Leonel bastaría para impedirle derramar lágrimas por él, pero la realidad le demostró lo contrario. Se había dado cuenta de que tal vez ya no podría dejarlo.
Ahora sabía que lo que sentía por él no era sólo compasión. A decir verdad, no podía explicar lo que era.
Una vez lo había amado tanto que se había encaprichado de él.
Y ahora, ese sentimiento parecía estar resurgiendo, pero ya no era el mismo de antes.
Le puso la mano en la mejilla e inmediatamente notó que se había vuelto mucho más huesuda. Su rostro carecía de la plenitud de antes.
De hecho, su piel ahora se dibujaba tensa sobre sus huesos.
«¿Todavía te duele?», preguntó con voz temblorosa mientras sus dedos recorrían su cara.
Pero Leonel le agarró la mano y se la quitó de la cara sin decir palabra.
Su corazón solitario llevaba mucho tiempo necesitando consuelo, y lo mismo ocurría con el de ella.
Leonel masajeó suavemente la suave mano de ella de una manera totalmente diferente a su anterior comportamiento brusco.
Con los dedos entrelazados, la inmovilizó sobre la cama y besó sus suaves labios.
Los músculos de su espalda se tensaron mientras se contenía durante el beso. Alexis tampoco lo rechazó, pero las lágrimas resbalaron por sus mejillas y su cuerpo tembló.
Fue más un beso desgarrador que otra cosa.
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