Capítulo 1650:

Alexis hizo una pausa antes de responder: «¡Aquí todo va bien! ¿Y a ti? Qué tal la gota? Deberías ponerte algún tratamiento si te sigue molestando».

Al escuchar sus palabras, a Leonel se le formó un nudo en la garganta.

Aunque estaban separados, aún podían hablar con calma, parecía que a ella aún le importaba.

Su divorcio no parecía tan grave. Mientras Alexis y los niños estuvieran bien, él estaba bien.

La había presionado para que tuviera su tercer hijo, intentando que se quedara a su lado. Tal vez el accidente había sido su castigo, pero por suerte, Alexis y Cordelia estaban bien.

Charlaron un poco más, y Alexis le ofreció casualmente: «Puedes venir a ver a los niños cuando quieras».

Leonel permaneció en silencio un rato después de que ella dijera esto. Finalmente, Alexis preguntó: «¿Sigues ahí, Leonel?».

Su dolor era intenso, pero logró decir con voz firme: «Tal vez en otra ocasión. He estado ocupado últimamente».

Alexis se sorprendió. Sabía que Leonel adoraba a Cordelia. Pero ahora estaban divorciados. Ella no lo culparía ni pediría explicaciones. Después de una pausa, ella dijo, «De acuerdo entonces. Bueno… cuídate».

Los labios de Leonel se movieron ligeramente.

Una vez más, un dolor agudo le atravesó el muslo izquierdo. Tuvo que reprimir las palabras; el dolor era insoportable.

Entonces Alexis colgó.

Aturdido, Leonel oyó el pitido de su teléfono. Se le escapó de las manos y se desplomó sobre la cama, jadeando. En la oscuridad, sus ojos, llenos de dolor, miraban fijamente al techo. Más tarde, la luz se encendió.

Cogió un archivador de la mesilla de noche y lo vació. Había fotos de Alexis esparcidas por la cama…

Eran fotos de Alexis de su estancia en el extranjero durante los últimos meses. Había estado en muchos lugares del mundo. Pero no en Geveland o Merblune.

Estaba increíble en esas fotos. Estaba claro que mejoraba con el tiempo.

Él, en cambio, se sentía atrapado en esta casa, como si se estuviera pudriendo. Cuando Alexis había dejado Duefron, había sido duro para Leonel. Esperaba junto a la ventana, esperando sus postales.

Noreen lo había evitado entonces, asustada por su pregunta repetida día tras día: ¿Ha enviado algo Alexis?

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