La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1595
Capítulo 1595:
Los labios de Rena se curvaron en una leve sonrisa al escuchar sus palabras.
Sí, a pesar de los desafíos a los que se enfrentaron, se mantuvieron el uno al lado del otro a lo largo de los años. Pero en este momento, Rena no pudo resistirse a tomarle el pelo a Waylen. Tal vez le levantaría un poco el ánimo.
Con una risita, levantó la cabeza y bromeó: «Recuerdo que al principio sólo querías cohabitar. Me dejaste claro desde el primer día que el matrimonio no formaba parte de tu plan de vida».
Cogiéndole la cara entre las manos, Waylen apoyó la frente en la de ella.
Mirando fijamente a Rena, declaró: «¡El matrimonio nos sienta bien! Elegir casarme contigo ha sido la mejor decisión que he tomado nunca, Rena».
Rena respondió abrazándole suavemente.
Este verano resultó ser más caluroso que los anteriores. En las últimas fases del embarazo, Alexis perdió el apetito y tuvo dificultades para dormir, lo que provocó que el feto fuera más pequeño que la media del mes.
Waylen y Rena estaban cada vez más preocupados. A pesar de sus esfuerzos por ayudar a Alexis, nada parecía mejorar su estado.
La preocupación por Alexis y el bebé pesaba sobre todos los miembros de la familia.
Leonel siguió con su rutina, recogiendo a Evelyn y Daniel y llevándolos a su casa. Mientras Daniel iba a la escuela los sábados, Evelyn se quedaba en casa con Leonel.
Habían pasado más de seis meses y los niños se habían vuelto más amables con Leonel. Sin embargo, el vínculo que antes los unía se había debilitado.
Al caer la tarde, el sol se fue ocultando poco a poco. Una brisa fresca recorría el patio. Evelyn jugaba con Ollie, lanzándole una pelota al juguetón cachorro. Desde la cocina, Leonel observaba a la niña con una leve sonrisa.
Daniel no tardaría en volver. Con el calor que hacía fuera, se afanó en preparar bebidas refrescantes para los niños.
En ese momento, la trituradora de hielo zumbó, llenando el aire con su suave zumbido.
De repente sonó el teléfono de Leonel. Era Noreen, que lo llamaba para ponerlo al corriente de la marcha de un proyecto importante y preguntarle: «Sr. Douglas, ¿está seguro de que no podrá asistir a la reunión de mañana?».
Con el teléfono en la mano, Leonel miró a Evelyn jugando con la puesta de sol.
Su respuesta fue cortante. «No, no asistiré. Estaré con los niños».
Noreen guardó silencio ante su afirmación.
Tras finalizar la llamada, Leonel troceó un poco de fruta y la colocó en un pequeño cuenco. Luego vertió la bebida fría por encima, creando un aperitivo colorido y sabroso. Él mismo lo probó y le pareció delicioso.
En ese momento, Evelyn entró corriendo, con Ollie siguiéndole de cerca.
El cachorro movió la cola en señal de saludo.
Mientras Evelyn se lavaba y esperaba en el comedor, Leonel salió de la cocina con la golosina. La alegría de Evelyn fue palpable y se zampó el primer cuenco en cuestión de segundos.
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