Capítulo 1576:

Cuando Leonel regresó, notó que Daniel lo miraba fijamente. Abriendo el envase de la comida, Leonel preguntó: «¿Por qué me miras así?».

Daniel, siendo un niño, luchó por mantener la compostura. A pesar de que su cara se puso roja de tanto contenerse, Daniel murmuró: «Te vi besando a mamá».

Leonel hizo una pausa, con la mano congelada. Miró a Daniel, que añadió torpemente: «Mamá se enfadará si se entera».

Leonel replicó suavemente: «Entonces que esto quede entre nosotros, ¿vale?».

Daniel se mordió el labio. No lo dijo en voz alta, pero interiormente desaprobaba tales acciones. Leonel se sintió un poco avergonzado. Era sólo un beso, y sin embargo reaccionó con tanta impulsividad y pasión.

No dijo nada más y le dio a Daniel su cena tardía. Ahora que Daniel se había recuperado, engulló doce albóndigas de inmediato. Mirando los más de veinte que quedaban, comentó: «Mañana no sabrán tan bien».

Leonel acarició suavemente la cabeza de Daniel y le ofreció: «Si quieres más, te los prepararé mañana».

Lleno y cansado, Daniel sintió ganas de dormir de nuevo. Apoyó la cabeza en la suave almohada y se limitó a mirar a Leonel, sin decir nada.

«¿Sigues molesto con papá?» preguntó Leonel mientras acariciaba el rostro de Daniel.

Daniel asintió.

La cara de Leonel se desencajó un poco, pero no dijo nada más. En lugar de eso, se limitó a tranquilizar a Daniel, tratando de ayudarlo a conciliar el sueño.

Daniel se durmió rápidamente. Leonel permaneció un rato en silencio. Alexis no había aparecido. Probablemente quería evitar enfrentarse a la situación del beso. Había decidido mantenerse al margen y actuar como si nada hubiera pasado.

Después de todo, no era el momento ni el lugar para discusiones o arrebatos en la habitación de Daniel en el hospital. Su historia estaba llena de luchas, pero ahora ambos trataban de mantener la compostura, sin mostrar ninguna emoción.

Leonel, de pie junto a la ventana, se fijó en algunos copos de nieve que caían fuera. Cayeron suavemente, desapareciendo rápidamente como si nunca hubieran existido.

Leonel se preguntó si los recuerdos del pasado le perseguirían el resto de su vida. Se dio cuenta de que no tenía ningún lugar en el futuro de Alexis y ningún derecho a siquiera preguntar sobre él.

Ya era bien entrada la noche. Junto a la ventana estaba Leonel, mientras que en otra habitación, Alexis estaba sentada en la cabecera de la cama, ambos perdidos en sus pensamientos. Ya fuera por amor o por resentimiento, estaban el uno en la mente del otro.

Por la mañana temprano, Alexis se despertó y descubrió que Leonel ya se había marchado. La habitación era cálida y acogedora, pero la esencia de su presencia se había desvanecido.

Junto a la cama de Daniel, había un nuevo recipiente de comida con el desayuno que Leonel había preparado esa misma mañana. Dentro del recipiente había unos cuantos bocadillos, tan delicadamente elaborados que era evidente su cuidadosa preparación.

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